miércoles, 12 de noviembre de 2008

Preguntas al desgaire (I)

Carlos Vásquez – Zawadzki

Estos interrogantes parten de lecturas en espiral, reflexiones fragmentarias, experiencias de incertidumbre, deseos de saber – nos, silencios en la historia y en el presente, excesos (del poder, del capital, etc.), estulticia y mentira, incivilidad y egoísmo, seriedad y banalidad, carencia de solidaridad y otros valores colectivos e individuales, insatisfacción frente a nuestras realidades sociales construidas en la injusticia, traiciones afectivas e intelectuales, borramientos en el lenguaje, en fin, deseos de encontrar lectores y lectoras, y mejor, complicidades, humor y risa, ganas de sacudir sujetos, cosas y toda esta geopolítica de la intolerancia, la repetición, la monotonía y la muerte. Preguntarse, pues, como voluntad de saber y pulsiones de vida…

¿Será cierto que ‘el país político’ es inviable en Colombia, por falta de proyectos de nación, sólidos y modernos partidos políticos, y más sólida, inteligente y solidaria formación y actuación de las clases política y empresarial, una ética pública y privada a toda prueba, sensibilidad e imaginación más que razón, liderazgo, trabajo en equipo, imaginarios de país y comunicación?

¿Será cierto que el país necesita de un sistema tributario –a largo plazo--, eficiente y equitativo para sostenerlo adecuadamente, con impuestos permanentes a los dueños de la tierra (incluyendo las baldías…), al patrimonio, a las herencias, sin subsidios ni gabelas tributarias, y que este nuevo sistema tributario debería formularlo, tramitarlo y aprobarlo el Congreso en el 2009, beneficiando a todos los colombianos y colombianas en época de crisis financiera mundial?

¿Será cierto que el llamado sueño americano (antropólogos afirman: “esta geografía no es un país; ha sido, es y será un negocio”) es el del capital, la codicia, la razón instrumental, el exclusivo bienestar material, algunas arandelas más y pare de contar?

¿Será cierto que la debacle mundial del sistema capitalista, y mejor, neocapitalista –Wall Street, bancos, gobiernos y Cía Ilimitada-- impide toda credibilidad en la libertad (léase, libertinaje) del mercado y del capitalismo financiero, sin regulaciones ni estatales ni mundiales?

¿Será cierto que interrogantes y respuestas a los problemas históricos del país son más filosóficos y socioculturales que económicos; así por ejemplo: quiénes somos colombianos y colombianas en la diversidad; quiénes desean ser y estar aquí en esta geopolítica del absurdo y del crimen, y para qué; qué proyectos colectivos y particulares nos hacen permanecer juntos; qué matrices institucionales o civiles producen lazos sociales en valores, imaginarios, intersubjetividades y subjetividades, acciones…?

¿Será cierto que, fracasados los proyectos de país realizados por patriarcas y todo tipo de ’falócratas’ –luego de 200 años de Independencia y República, y 50 años de violencia fratricida--, es el turno para las mujeres: su visión de presente y futuro, sus valores (generosidad, honestidad, ternura, solidaridad, comunicación…), su cada vez más sólida formación profesional y excelencia administrativa, su respeto por la vida humana y la Naturaleza?

¿Será cierto que superar la impunidad y sus imaginarios sociales y colectivos (“No creemos en las instituciones de justicia”), es una utopía, un imposible, algo inalcanzable en Colombia a niveles local, regional y nacional?

¿Sera cierto que el país del futuro –colombiano y asimismo latinoamericano-- se pensaría y realizaría desde y a partir de la niñez de hoy, con justicia, equidad, respeto a las diferencias y la vida, en fin, dignidad para los ciudadanos y ciudadanas del futuro?

(…)

lunes, 13 de octubre de 2008

La Tumba del colombiano desaparecido

Carlos Vásquez - Zawadzki

Sí, un monumento significativo, simbólico, erigido en el corazón de nuestra geopolítica. Rojo, como la sangre derramada por millares de colombianos y colombianas de todas las edades.

Para que hoy y mañana todos y todas no olvidemos las desapariciones –las aterradoras desapariciones forzosas- de 25.000 personas desde 1985. Más de 6.000 en el último año.

Para que la memoria colectiva –lábil en familias y amistades y compañeros de trabajo y vida- de quienes fueron desaparecidos en la brutalidad y la intolerancia psicóticas, nunca se borre como leves huellas en la arena de nuestros ríos y océanos.

Para que se continúen verbalizando y contando las historias de vida y los nombres de aquellos y aquellas que fueron indeseada, inesperada y violentamente desaparecidos del reino de este mundo.

Para que podamos escuchar y saber quiénes fueron y son en nuestro tiempo de crisis civilizatoria los y las desaparecidos y desaparecidas injustamente –constituyéndose en crímenes de lesa humanidad-, y para que también podernos decir quiénes somos en nuestros egoísmos, dogmas siempre misérrimos, injusticias, miedos frente al Otro, inseguridades, en fin, estulticia humana.

Para que nos digamos explícitamente en la estulticia y la psicosis.

Para que nos veamos y reconozcamos ante este espejo trisado o referente del horror: cuando colombianos y colombianas decidimos un inescrutable día exterminar al Otro, diferente, opuesto, desconocido, en lugar de respetar el valor de la vida –equivalente a la de todos y todas-, como principio fundamental de una sociedad convivial y civilizada.

Para que los desaparecidos y las desaparecidas por la Razón instrumental y la fuerza –es decir, a quienes se les negó la existencia por cualquier argumento insostenible: político, económico, religioso y de clase-, sean reconocidos, identificados en esta metáfora monumental de su ausencia.

Para ser nosotros, todos y cada uno y una, nombrados en el presente de nuestra sociedad de la violencia y la incomunicación.

Para que un símbolo mayor nos refiera, nos señale, nos interpele, y nos rodee y abrace en la geografía nacional con cintura de fuego, y nos marque un punto cero, un punto posible de no - retorno a la negación de la otredad y la diferencia.

Para que la Tumba del colombiano desaparecido, como símbolo significativo sea dialogado, sabido, incorporado, respetado, aceptado. Ello, como lo que nos reúne en lo irrepetible, en el nunca jamás. Símbolo palpitante circulando en nuestras venas –savia sabia- para devenir memoria de ese Otro desaparecido. Símbolo del valor incuestionable de la vida.

Para que familias y asociaciones de víctimas desaparecidas y el equipo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Conciliación, continúen sin descanso su trabajo de construcción de Memoria y Justicia.
Para que, finalmente, la Tumba del colombiano desaparecido alerte, avise, señale toda impunidad y cualquier impunidad. Y sobre sus paredes o fachadas se registren –blanco sobre rojo- los nombres de las 25.000 personas desaparecidas: 25.000 gritos estentóreos contra los y las criminales, los y las proteiformes actores y actoras del conflicto en Colombia.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Letras del Sur: puertas y ventanas abiertas


Carlos Vásquez – Zawadzki

Transcribimos para nuestros lectores y lectoras el Editorial que escribéramos para el segundo número de la revista:

“Un proceso como el de la revista Letras del Sur busca convertirse en un telar discursivo y simbólico, espacio blanco que será tachonado de plurales voces dialógicas, palpitantes pero asimismo memoriosas. De hoy y de ayer y de mañana. Voces que interrogan nuestras realidades socio-históricas y culturales e inquieren el ser y su devenir como sujetos sociales, sujetos de deseo y sujetos de lenguaje. Entonces cuentan y se cuentan esas voces y sujetos, y dialogan a nivel regional, como también a niveles nacionales e internacionales.

Ello, desde diferentes campos de saber y escrituras.

Y en ese devenir del ser o sujetos sociales en la escritura y el diálogo, se producen “símbolos” y simbologías, de sumballein, poner juntos, precisamente aquello que posibilitaría relacionar, establecer puentes –afectivos e intelectivos- de ida y vuelta por la cotidianidad y el tiempo y el espacio, en fin, producir lazos sociales. Simbolizar, como pulsión de vida, en el contexto de nuestra problemática histórica colombiana y conflictos, frente y en contra de pulsiones thanáticas y destructivas de los proteiformes actores de la violencia y la guerra en nuestra geopolítica regional y nacional. Simbolizar para crear subjetividades e intersubjetividades, el “yo” y el “nosotros”, la sociedad civil.

Letras del Sur se desea, en esta perspectiva, revista de escrituras y sujetos simbólicos plurales, y dialogantes.

En este número dos, el cuento y su microcosmos y mundo posible –Edgar Bastidas Urresty; el poema y el “yo lírico” en los quiebres de la Modernidad y de las mismas escrituras literarias –Gerardo Guerrero y Augusto Rincón; y el ensayo –bien sobre lenguajes, culturas e imaginarios populares en la fiesta –Lydia Inés Muñoz Cordero; bien sobre lenguajes y desarrollos tecnológicos en transformaciones contemporáneas hacia lo cibernético y virtual –Esteban Solarte: matrices de nuevos sujetos y saberes, intercambios y comunicaciones en la Red global, aportando significativamente a lectores y lectoras.

También en este segundo número, proponemos la creación y funcionamiento de un Fondo documental y biobibliográfico de escritoras y escritores de Nariño como espacio que posibilitaría la investigación, el estudio y el conocimiento de quienes piensan, sueñan, desean, reflexionan, comunican, actúan, recuerdan, avizoran, están de regreso, se proyectan al futuro, en espacios andinos y del Litoral… A la vez que se interrogan por subjetividades e intersubjetividades, y producen lenguajes y simbolismos, en la literatura y las ciencias sociales. El centro de este proyecto, la Universidad de Nariño.

La revista tiene como invitada a la magnífica escritora costarricense, Alicia Miranda Hevia, presentada por Edgar Bastidas Urresty.

Asimismo se pregunta por el Litoral Pacífico y la actividad poética y estética de “nombrar” y crear una geopoética de ese universo temporal y espacial de mestizajes socio-culturales y cosmovisiones ricas en lenguajes significantes precisamente del lazo social, el futuro en el presente y el pasado –Carlos Vásquez – Zawadzki, leyendo la obra de Payán Archer y Benítez Duclerc, y de paso, otro significativo poeta del mar, Helcías Martán Góngora”.

martes, 2 de septiembre de 2008

FestiArmenia de la Palabra, 2008

Carlos Vásquez - Zawadzki

Un proceso sociocultural importante se ha abierto en Armenia desde el 2007, para el país e Iberoamérica: un nuevo y alternativo espacio simbólico para el encuentro de sujetos y voces plurales: escritores y habitantes de la ciudad capital cafetera.

Un proceso – convite: banquete del saber y del sabor en el que la convidada es la palabra: lúdica, pero asimismo sensible, inteligente, analítica, crítica… En fin, liberadora y creativa en su dialogicidad de nuevas realidades y mundos.

El Festival de la Palabra buscaría devenir creativo o productivo de capital simbólico, al tiempo que formativo de ciudadanía participativa. Al respecto propone: “Como señaló Marcel Proust, no hay un público que esté esperando ansiosamente lo nuevo, ya que lo nuevo por definición, es desconocido. Nadie espera lo que no sabe que existe. Proust decía que los cuartetos últimos y más radicales de Beethoven no esperaron a que se creara un público para ellos sino que fueron los mismos cuartetos los que poco a poco crearon ese público”.

Al convite, en este 2008, fueron invitados el boliviano y novelista Juan Claudio lechín –y su visión integradora latinoamericana. El chileno Luis Arias Manzo --y su liderazgo del Movimiento de Poetas del Mundo. El costarricense y narrador Rodolfo Arias Formoso –y sus experiencias y conocimientos históricos del Caribe. El también costarricense Luis Chaves –y su escritura poética reconocida en España y América. El poeta maya-k’iché, guatemalteco, Humberto Ak’abal –y su perspectiva etno y pluricultural. La joven narradora ecuatoriana Solange ‘Losange’ Rodríguez –y su práctica pedagógica alternativa para los jóvenes. La docente universitaria, escritora, productora de t.v., editora, crítica literaria y cronista venezolana Marisela Gonzalo Cordero-Febres –y su fundamentación en el goce de la lectura y la palabra para las nuevas generaciones…

Asimismo narradores, poetas, editores, críticos literarios y docentes colombianos –y su verbo renovador significativo en contextos ibero y latinoamericanos: Juan David Correa, Juan Diego Mejía, Juan Felipe Robledo, Federico Díaz – Granados, Gonzalo Mallarino Flórez, Carlos Orlando Pardo, Octavio Escobar Giraldo, Carlos Vásquez – Zawadzki, Omar García Ramírez, Elías Mejía, coordinados vivencial y memorablemente por la narradora Samaria Márquez Jaramillo, creadora y directora del evento.

La palabra literaria –en sus rupturas significativas contemporáneas, en sus formalizaciones más allá de cánones y géneros establecidos--, dialogó relaciones con el campo discursivo político. Con el de la historia y las historiografías. Con el estatuto de la ficción. Con las pulsiones eróticas y thanáticas, el sentido y el sin sentido de la existencia. Con el campo comunicativo y periodístico. Con los sujetos urbanos. Con las prácticas pedagógicas y la lectura.

Los escritores-as narraron la génesis de su trabajo creativo, los procesos de elaboración de sus obras, la recepción de las mismas. Y leyeron, leyeron, leyeron páginas de su puño y letra, encontrándose con diferentes tipos de receptores y públicos. Entre estos los universitarios y escolares, porque en el placer y goce del convite participaron la Universidad del Quindío y un número importante de escuelas oficiales y privadas.

Símbolos y simbologías provienen de ‘sumballein’, escribimos recientemente: “poner juntos, precisamente aquello que posibilitaría relacionar, establecer puentes –afectivos e intelectivos- de ida y vuelta por la cotidianidad y el tiempo y el espacio, en fin, producir lazos sociales. Simbolizar, como pulsión de vida, en el contexto de nuestra problemática histórica colombiana y conflictos, frente y en contra de pulsiones thanáticas y destructivas de los proteiformes actores de la violencia y guerra en nuestra geopolítica regional y nacional. Simbolizar para crear subjetividades e intersubjetividades, el ‘yo’ y el ‘nosotros’, la sociedad civil”.

En esta perspectiva, el Festival de la Palabra de Armenia –como proceso y realización socioculturales—se propone como matriz precisamente productiva y socializadora de capital simbólico, de lazos sociales y nuevas subjetividades e intersubjetividades. Desde la geopolítica del eje cafetero, como alternativa real de comunicación y paz en el presente colombiano e iberoamericano.

lunes, 25 de agosto de 2008

Un hombre muy viejo, sin alas y sabio


por Carlos Vásquez – Zawadzki




José del Rosario, nacido el 5 de marzo de 1881, según certifica con verosimilitud su cédula de ciudadanía, es hombre de 127 años cumplidos en olor de libertad y autonomía desde su décimo primer aniversario, cuando decidió tomar su centenario y hoy legendario destino en sus fuertes y gruesas manos independientes.

Desde las infinitas imágenes y voces que permanecen tatuadas, palpitantes en su memoria, recuerda José del Rosario algunos principios de vida que, afirmativa y lúcidamente, le permitieron llegar a ser el colombiano más viejo del planeta:

· Alejarse con decisión de las tentaciones y vagabunderías de las ciudades, grandes o pequeñas, y permanecer en medio de la Naturaleza.

· En este sentido, estar retirado de los brutales –y lacerantes, añadimos nosotros- ruidos que producen las urbes modernas.

· Amar el silencio por sobre todas las cosas y personas.

· Beber en solitario “ron fermentado a base de panela, y en el recipiente, introducir una herradura caliente” (consejo de un Dionisos del trópico).

· Trabajar con libertad y en autonomía, todo el día y todos los días.

· Desarrollar la fuerza de un buey, y su sostenida y permanente resistencia.

· Caminar, precisa y pausadamente, como los respetables bueyes lo enseñan, siendo capaces de llevar sobre los hombros un bulto de comestibles durante doce horas y soportarlo de un pueblo a otro.

· Reír – se. Hacerle bromas a quienes nos rodean.

· Y volver a reír, y nunca participar en una guerra, mucho menos si se trata de guerras fratricidas (y de un siglo a otro como las colombianas).

· Completar 24 hijos e hijas, y vivir con más ganas que todos ellos. Aquellos serán concebidos en sólo dos mujeres de prolíficos vientres, una llamada Epifanía, y la segunda, Susana.

En definitiva: caminar siempre; buscar independencia y silencio; internarse en la Naturaleza y vivir existencialmente sus ritmos y tiempos; devenir y permanecer fuertes, trabajar, trabajar y trabajar; ser bromista y reír; abandonar estas ciudades malditas de vagabunderías y borrachos…

Y por último: “estar con Dios y no pensar en lo malo”.

Estos, los Mandamientos para una eterna juventud de José del Rosario…

jueves, 14 de agosto de 2008

Spleen y polític(os)a

por Carlos Vásquez - Zawadzki

Del bajo latín splen y del griego splên, el filósofo francés del siglo XVIII Voltaire –el hombre de la deseada y necesaria tolerancia— lo escribía splin, como también lo hacía el dramaturgo Diderot. Baudelaire escribirá a su vez, spleen: significa hipocondría y melancolía pasajeras, sin aparente causa, caracterizadas por la repulsión de todo lo habido y por haber…

Es también humor negro, como por ejemplo escribir a sotto voce que la actividad política en el país produciría repulsión, tanto pasajera como permanente. Esto, de arriba a lo alto de la pirámide, como decir de la tierra a la tierra del poder.

Y más que ‘hipocondría y melancolía’, lo que estaría en juego, por la importancia dada por los medios masivos de comunicación al des-valorizado quehacer político, es la hartura, la llenura, la saturación en los habitantes de las ciudades, es decir, nosotros.

¿Cómo no sentirse saturados, ahítos, de la presencia diaria y semanal, mensual y de nuevo diaria y a todas horas del primer mandatario de la nación. Omnipresente en toda la geopolítica. Omnisapiente en toda la ‘patria’. Por todo y para todo: al ojear una página del periódico, al escuchar más que ver los noticieros de televisión, al buscar una emisora musical para escapar de su acento melcochudo (como el de mis abuelos paisas, ¡Ave María, hombre!). Allí, siempre aquí, en todo lugar mediático. Para decirlo con Borges, en todas las esquinas rosadas…

Y luego sus tozudos ministros de defensa y agricultura y protección social (añadamos recientemente al insípido Canciller). Buscando mojar prensa… y radio… y t.v… Ellos saben, como el patrón, que la cosa es con los medios, por los medios, en los medios y a su pesar de los medios. Ellos también saben pescar todos los días en el río revuelto del (des)orden público y social. Y eso lo hacen con pasión y razón, aparecer y hablar: “pesco o peco yo pe(s)cador, luego, soy ministro de Estado”. Y dejar huellas en retina y oído, pero con poco peso y sentido en nuestras memorias.

Y así las massmediáticas cortes, el massmediático fiscal, el massmediático procurador, el massmediático defensor del pueblo… y todos y todas los y las ministros del despacho sin empacho de figurar y hablar: “Hablo, luego existo políticamente”. Y eco, eco, eco en los medios.

Pero, lo que vemos y escuchamos es en gran parte retórica de la imagen y la palabra, para con-vencernos. Lugares comunes de la política o la politiquería y aún del derecho, repeticiones, refritos, frases calcadas de otras frases similares, palabrería usada en cualquier circunstancia, vehemencia o displicencia e indiferencia calculadas, vacío y nadaísmo (¡perdón, Jota!). En (casi) todo, una monumental mediocridad.

Entonces, pocas preguntas de fondo, pocos conceptos pertinentes, pocas políticas inteligentes de Estado, poco cacumen individual y colegiado, poca generosidad, poca dimensión humana y social, poca innovación y creatividad, poca bondad, poca justicia de todo género, poca solución de largo plazo, poca grandiosidad, etc.

Y un gigante spleen o splin o aburrimiento o repulsión y cansancio existencial. Una hartura mayor con quienes están desde hace seis años en el poder. Y una llenura con revoltura con los que vienen detrás, como lobos del hombre, por la primera magistratura. Para girar una y otra vez, viejo Nietzsche, en redondo.

domingo, 10 de agosto de 2008

"El sueño de la razón y la pesadilla de la Historia en las trilogías de Carlos Rojas", de Cecilia Castro Lee



por Carlos Vásquez – Zawadzki

La obra de Carlos Rojas (“veintiocho novelas, varias novelas cortas y una docena de cuentos…”) es una de las más fecundas y significativas de la literatura española e iberoamericana de los siglos XX y XXI, y su conocimiento por parte de la ensayista y profesora Cecilia Castro Lee (…”este libro se comenzó a escribir hace ya un cuarto de siglo cuando leí por primera vez una novela de Rojas. Se trataba de su novela más reciente Mein Führer, Mein Führer! El libro prohibido (Planeta, 1975)…”), es el producto de un riguroso trabajo investigativo, conceptualmente interdisciplinario y metódica y rigurosamente analítico – textual. Cecilia Castro Lee lo aborda en una visión de conjunto, unificando la cosmovisión de Carlos Rojas, bajo el tema de El sueño de la Razón y la pesadilla de la Historia en las trilogías de Carlos Rojas, “es decir entre Goya y Joyce”.

El ‘corpus’ conceptual y analítico –decíamos, interdisciplinario- de Cecilia Castro Lee, está fundamentado en los desarrollos epistémicos y crítico - literarios de las últimas décadas. Es un ‘corpus’ a la vez inteligente e inteligible, que no solamente aporta al conocimiento de la totalidad de la obra de Carlos Rojas, cuanto al campo o subcampo discursivo de la escritura ensayística iberoamericana.

Decimos, inteligente e inteligible: una escritura ensayística dialógica, de una plasticidad única en cuanto al rigor del saber nombrar sentidos múltiples y/o polifónicos, como también al decir placentero que se comunica al lector o lectores para hacerlo comprehender e incorporar conocimientos. Cecilia Castro Lee propone claves de lectura de cada una y del conjunto de la obra de Rojas, que posibilitan un conocimiento de la(s) misma(s) en su complejidad estética y literaria, en su concepción y en su resolución narrativas específicas intertextuales/ dialógicas. Pero, aquí, el ‘saber’ de la ensayista es ‘sabor’ –como lo proponía un Roland Barthes-, regusto o sabor del saber para los estudiosos –quienes se inician pero también para los conocedores- de la obra de Rojas.

Entre Goya y Joyce, la cosmovisión de Carlos Rojas… es decir, entre la crisis racionalista que señalaba el fin de la utopía de la Ilustración en el siglo XVIII (y una de las claves de lectura en el grabado 43 de la serie Los caprichos: “Nadie se conoce” y “Los hombres no saben el camino”) y Stephen Dedalus y la pesadilla de la historia (individual y colectiva y/o de la humanidad), en Joyce, conciencia de la historia como camino hacia la muerte. Frente a lo cual Rojas propondría como ethos creador la remisión: “despertar de esa pesadilla y componer la historia hecha añicos por la insensatez colectiva”.

Cecilia Castro Lee formula entonces como conjetura mayor la oscilación de la obra de Rojas entre el sueño de la Razón y la pesadilla de la Historia. Sus personajes participarán “de la visión crítica de la Historia a la manera de Joyce y buscan recobrar el tiempo perdido a la manera de Proust”.
En las trilogías de Rojas, “Textos que abordan el discurso del ser y del querer ser, textos indagatorios sobre el sentido de la existencia que invitan a un despertar de la conciencia”. Textos innovadores, precursores de la postmodernidad ficcional. Textos, a la vez interculturales e interdisciplinarios, que borran fronteras genérico – discursivas, en diálogos con otras textualidades literarias y culturales, y en busca “insaciable de la identidad como antídoto a la máscara, a la inautenticidad y la desesperanza”.

En esta perspectiva estética, las obras narrativo - ficcionales de Rojas son auto-reflexivas y autónomas en el campo literario, mismas que posibilitan a la ensayista adelantar –centrándose en las trilogías- lecturas plurales: mítica y mágica, ekfrástica, historiográfica e ideológica (y de las ideologías), existencial, y en sus génesis y estructuraciones discursivas y narrativas.

Así, por ejemplo, en su lectura de la Trilogía de Sandro Vasari (publicada entre 1978 y 1982), considerada por la crítica como su obra de madurez, Rojas creará al personaje Vasari –afirma Cecilia Castro Lee- como su alter ego, proclamándolo “autor ficticio de la trilogía”. Vasari, un escritor de ficciones, “vale decir un perseguidor de sí mismo a través de sueños y quimeras”. Un personaje que padece y goza en su incertidumbre “acerca de su propia identidad y se cree alma en pena que busca saber quién es a través de sus ficciones”. Las novelas de la Trilogía están concebidas mediante los sueños del personaje. Allí, “Los personajes se conectan a través del sueño y el lenguaje del uno deviene el del otro”. Así la estructura narrativa se escribe en abîme: Vasari/ Goya/ Dali/ Lorca… “El lector” (de la Trilogía) “atestigua en esta forma la gestación de la novela y la crisis que la engendra”: Vasari/ España… “El sueño como recurso literario, proporciona (…) la estructura de (la) novela, las coordenadas espaciales y temporales y la materia misma de la novela”. En esta dimensión: “La obra así concebida ofrece al lector la experiencia única de una creación desde dentro”, en su auto-nomía y campo discursivo literario, establecidos en la modernidad de la novela europea y desde los años sesentas en Iberoamérica.

Así mismo en la(s) lectura(s) de la Trilogía de los Jardines (eros, locura y arte: nostalgia y busca de un paraíso) y la trilogía Memoria de la Historia (Una civilización en crisis y el arte que la atestigua), para concluir en las memorias del novelista y su producción pictórica.
En síntesis, un trabajo ensayístico excelente, un libro memorable.

miércoles, 16 de julio de 2008

Por un Diccionario (político) de estupideces

Carlos Vásquez - Zawadzki


Gustave Flaubert, primer escritor moderno (Madame Bovary, La educación sentimental, Salammbó, La tentación de san Antonio, Tres cuentos…) lo llamaba Diccionario de ideas recibidas o lugares comunes o clisés, y mejor, estupideces. Un proyecto in progress desde 1850 –algo así como un libro abierto hasta el infinito--, en el cual ponía de relieve “el efecto de autoridad de la palabra recibida”. En efecto, “el punto común de las ideas recibidas es su dogmatismo y la fuerza autoritaria de su enunciación”,* propone A. Herscheberg Pierrot.


Y añade: “El Diccionario muestra el proceso de la autoridad y de las creencias, que está en juego indefinidamente en la opinión”. Flaubert asociará creencias y ausencia de discusión en las ideas recibidas. Estas, en pocas palabras, tendrían un carácter imperativo y dogmático. De allí la intención del Diccionario: ser irónico, y aún, satírico.


El Dictionnaire des Idées Recues estaba destinado a entrar en la segunda parte de su gran novela inconclusa a la hora de su muerte, en 1880, “Bouvard y Pécuchet”, aquella historia de los saberes modernos, cuyos personajes derrisorios son precisamente dos copistas de Notaría…


Algunos ejemplos del famoso Diccionario de idioteces (a distancia, viviendo en Nueva York, un José Martí sabía lo que Flaubert traía entre sus manos creativas y críticas en la elaboración de “Bouvard et Pécuchet”, en 1880):

  • Imbéciles: Aquellos que no piensan como usted.
  • Tiempo: Eterno tema de conversación. Quejarse siempre.
  • A propósito del difunto: ¡Y decir que cenaba en su compañía hace ocho días!
  • Suicidio: Prueba de cobardía.
  • Diploma: Signo de ciencia. No prueba nada.
  • Ministro: Último término de la gloria humana.
  • Imprenta: Descubrimiento maravilloso. Ha hecho más mal que bien.
  • Cuadratura del círculo: No se sabe lo que es, pero se levantan los hombros cuando se habla de ello.
  • Derecho (El): No se sabe en qué consiste.
  • Método: No sirve para nada.
  • Diccionario: Reír –sólo está hecho para los ignorantes.
  • Intriga: Conduce a todo.
  • Camello: Tiene dos jorobas y el dromedario una sola. O mejor: el camello tiene una y el dromedario dos. Nos confundimos.
  • Ideal: Completamente inútil.
  • Conversación: Política y religión deben excluirse de la misma.
  • Fuego: Purifica todo. Cuando se escucha gritar ‘fuego’, se debe comenzar por perder la cabeza.
  • Filosofía: Se debe siempre hacer burla.
  • Parientes: Siempre desagradables. Esconder a quienes no son ricos.
  • Universidad: <>.


Ahora bien, el campo de la política en Colombia a nivel de su ‘decir’ o discursivo, requeriría hoy por hoy de un Diccionario de estupideces –o ideas recibidas o lugares comunes o clisés. A nivel de los gobiernos nacional, departamentales y locales, el Congreso, los partidos –incluyendo a los de la oposición-, los liberados y liberadas que estaban en manos de la guerrilla, las mismas guerrillas, los medios de comunicación radiales, impresos y televisivos, etc. Este Diccionario posibilitaría nombrar y clasificar para lectores y lectoras de la ‘patria’, “ideas recibidas en su dogmatismo y la fuerza autoritaria de su enunciación”.


Un solo ejemplo paradigmático de reciente cuño:

  • Recompensas: Si nos tenemos que gastar el presupuesto de Colombia pagando recompensas, nos lo gastamos.



Anne Herschberg Pierrot, “Introduction – Histoire d’un projet” in Flaubert Le Dictionnaire des Idées Recues, L: G: F:, Paris, 1997, pp. 5 – 43.

lunes, 14 de julio de 2008

El pensador de Bolívar (II)


Ingresemos una vez más a “El mundo según Bolívar” –del dramaturgo Carlos José Reyes--, por tiempo, tiranía, terrorismo y traición, y leamos en espiral (Vico, Fuentes) el tiempo pasado y presente de nuestras Independencia y República americanas; leamos lo que experimentamos hoy por hoy en nuestra ‘matria’ colombiana:

· Yo espero mucho del tiempo: su inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados; y los prodigios futuros deben ser muy superiores a los pretéritos (1824).

· Aunque la guerra es el compendio de todos los males, la tiranía es el compendio de todas las guerras (1814).

· La fortuna nos ahorra la terrible necesidad de ser terroristas (1820).

· Morillo me fue a encontrar con un escuadrón y yo fui solo, porque la traición es demasiado vil para que entre en el corazón de un grande hombre (1827).

Ahora, más allá de un orden alfabético del libro,* vayamos de una sentencia a otra, de una máxima a otra y, como lo hiciera Montaigne –creador del ensayo, formulado a partir de sí mismo y su situación para conocerse y conocer el mundo— detengámonos en pensamientos bolivarianos que están en nuestra memoria individual y que desearíamos colectiva, a la vez que reflexiva, para las jóvenes generaciones:

· (Autoridad) ¡Qué virtudes es preciso tener para poseer una inmensa autoridad sin abusar de ella! ¿Puede tener interés ningún pueblo en confiarse a un solo hombre? (1804).

· (Aprecio) El aprecio general ha sido siempre mi única ambición (1815).

· (Amistad) La amistad es preferible a la gloria (1827). Yo confío en que la amistad es más fuerte que la fortuna (1827).

· (Amor) El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor (1827).

· (Apología) No hay mejor apología que una república libre. El que hace estas cosas siempre es bueno, y yo me he metido a alfarero de repúblicas, oficio de no poco trabajo, pero al mismo tiempo glorioso (1824).

· (Anarquía) La libertad se halla de ordinario enferma de anarquía (1827).

· (Ambición) La ambición es una mancha para la verdadera gloria (1816).

· (Americano) Los malvados no tienen honor ni gratitud, y no saben agradecer, sino temer (1827).

· (Calamidad pública) Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad (1815).

· (Ceguera) Nuestra empresa ha sido a tientas, porque éramos ciegos; los golpes nos han abierto los ojos (1815).


*”El mundo según Bolívar”, selección y prólogo de Carlos José Reyes, Icono, Bogotá, 2006, pp.200.

martes, 24 de junio de 2008

El pensador de Bolívar

por Carlos Vásquez - Zawadzki
cvasquez_z@cable.net.co

El libro, organizado en orden alfabético por el dramaturgo e historiador Carlos José reyes, se puede leer al derecho y al revés y tiene múltiples entradas y salidas, inteligentes y significativas al pensamiento vital, histórico, intuitivo y racional del Libertador.

Son sentencias vibrantes que interrogan, afirman y niegan –un Gustave Flaubert las llamaría ‘axiomas’— de un ciudadano continental y universal, formado en la Ilustración, pero asimismo sujeto de un nuevo proceso político y social que apuntaba y sigue apuntando a la liberación, la autonomía, la dignidad, la paz. En la igualdad, la libertad y la fraternidad; en la justicia social del llamado Nuevo Mundo.

Usted, amable lector o lectora, puede comenzar “El mundo según Bolívar” * por la letra Pp (mayúscula y minúscula) para encontrarnos en nuestro pasado y conocernos en el presente, nombrados por el Libertador. Allí leemos: pacto social, pasión, patria, patriotismo, paz, peligro, persuadir, política, postguerra, posteridad, predicción y principios. Reflexiones que nos conciernen a todos-as en el país y el Continente:

  • El gran día de la América no ha llegado. Hemos expulsado a nuestros opresores, roto las tablas de sus leyes tiránicas y fundado instituciones legítimas: mas todavía nos falta poner el fundamento del pacto social, que debe formar de este mundo una nación de repúblicas (1822).
  • El error o la fuerza de las pasiones no deja acertar a los hombres a tomar el camino correcto (1815).

  • Mi único amor siempre ha sido el de la patria; mi única ambición, su libertad (1828). Para nosotros, la patria es América (1814).

  • A pesar de mi repugnancia por el mando, mi patriotismo es más fuerte que mi repugnancia, y me hace hacer siempre lo que es más difícil y penoso (1822).

  • La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto es precioso en el mundo (1820).

  • La verdad pura y limpia es el mejor modo de persuadir (1829).

  • Yo creo que la mejor política es ser grande y magnánimo (1822). En política nada vale tanto y cuesta menos como las demostraciones de respeto y consideración (1825).

  • ¿Cómo, después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua opresión, podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros duros hierros no se cambien en armas liberticidas) (1819).

  • El que se impone el deber de instruir a la posteridad debe situarse primero fuera de todo influjo, debe desprenderse de toda prevención y dejarse guiar sólo por la severa imparcialidad (1828).

  • Los odios apagados entre las diferentes secciones volverán al galope, como todas las cosas violentas y comprimidas. Cada pensamiento querrá ser soberano, cada mano empuñar el bastón, cada toga la vestirá el más turbulento. Los gritos de sedición sonarán por todas partes (1826).

  • En este siglo de filosofía nadie adquiere gloria o la conserva si no se arregla religiosamente a los principios (1826).

    “El mundo según Simón Bolívar”, selección y prólogo de C. J. Reyes, Icono, Bogotá, 2006, pp. 200.



viernes, 20 de junio de 2008

Alape, ¿una biografía inútil de Tirofijo?


Arturo Alape, riguroso y metódico investigador y narrador de las formas de poder en la Colombia de los siglos XX y comienzos del XXI –sus lenguajes, instituciones, sujetos y acciones- y quien escribiera, como se sabe, “El Bogotazo – memorias del olvido”, publicó en dos volúmenes una biografía inconclusa de Tirofijo.

El primero, “Las vidas de Pedro Antonio Marín – Manuel Marulanda Vélez – Tirofijo, 1989; y el segundo, “Tirofijo: los sueños y las montañas (1964-1984)”, 1994. En estos, la voz del investigador – historiador se hace narrativa y se entreteje a una multiplicidad de voces populares, además de las guerreras. Una de ellas, la de Pedro Antonio Marín: su lenguaje es testimonio de vida, recuerdos desde la Guerra de los mil días hasta su momento, historias de la memoria familiar y colectiva, metáforas y sueños de la geografía colombiana. La ‘biografía del guerrero’ lo propone como un personaje público de determinante y positiva dimensión histórica contemporánea. Ello, hasta 1984.

Pero, más tarde vendría el Caguán. En ese lapso, la zona de despeje se constituiría en el ‘hueco negro’ de las Farc-EP. Un hueco negro, como aquellos que fagocitan estrellas y al parecer galaxias enteras, en el universo de la lucha política y contrainsurgente: tres años y algunos meses de involución, más que revolución de izquierda, que devoraron y desaparecieron las últimas utopías de un posible país de justicia social, en la combinación de todas las formas de lucha.

En primer y último términos, porque el valor y la defensa de la vida no era (y quizás no lo será para las Farc) una propuesta fundamental para construir un nuevo país. Lo que imperó en el discurso y las acciones (de lado y lado, es cierto) fue la razón instrumental: la lógica del Poder, a toda costa. En seguida, porque en la Torre de Babel del Caguán, los representantes de la guerrilla fariana no sólo se limitaron a formular soluciones generales del conflicto social, cuanto no tuvieron un lenguaje conceptual y argumental para una nueva geopolítica de justicia económica y equidad sociocultural.

En palabras de un J. Baudrillard, las conversaciones de paz en el Caguán habrían sido un ‘simulacro’ de formulaciones retóricas conducentes a un supuesto nuevo país.

Los miles de kilómetros del despeje (a contrario de la experiencia de Ríochiquito narrada por Alape, donde “se desarrolló un sistema agrario de enorme interés sociopolítico y que es en esencia la teoría marxista de la no propiedad, particularmente similar con el sistema comunitario del manejo de la tierra propio de las antiguas parcelaciones indígenas con influencia quechua”), no construyeron el espacio, y el tiempo, para de-mostrar un modelo factible –un macrocosmos regional- de nuevas realidades sociopolíticas, económicas y culturales.

Así, el peor enemigo de las FARC –más allá de su violencia destructora de vidas y riquezas materiales, y financiamientos perversos- fue su propio vacío conceptual y argumental, es decir, la afirmación de su lógica guerrerista y razón instrumental y psicótica (su Verdad, dogmática y cerrada), el insustentable e insostenible juego del ‘simulacro’, su insignificancia política y silencio de la palabra inteligente. En fin, su lugar vacío pero violento como organización insurgente. En 44 años de lucha, todo cambió para bien o para mal en el país, para que nada cambiara en las FARC. ¡Un fiasco histórico! ¡Un legado inútil de estulticia!

viernes, 6 de junio de 2008

La Universidad deseada

Carlos Vásquez – Zawadzki


La Universidad del Valle experimentó el 3 de abril pasado una incursión de la Policía Metropolitana, sin que ésta consultara con autoridades civiles ni académicas. Algo similar ha ocurrido recientemente en otras instituciones de educación superior, cuando pequeños grupos se han manifestado violentamente en espacios públicos aledaños a las Universidades. Hoy y mañana, el señor Presidente Uribe Vélez justifica el derecho y la razón de hacer intervenir la policía al ocurrir disturbios en los campos universitarios.

Un fragmento de ‘Carta abierta a la ciudadanía’ del Consejo Académico de la Univalle, dice: “La importancia académica de la Universidad del Valle, medida por sus realizaciones no está en duda: 30.000 estudiantes, de los cuales el 30% está fuera de Cali en las sedes regionales. 188 grupos de investigación, 123 grupos reconocidos por Conciencias, 63 en categoría A. Convenios e intercambios permanentes con diversas universidades en todo el mundo. Premios, becas y distinciones de mérito e idoneidad en todas las áreas del saber y el hacer. Por segundo año consecutivo, segunda Universidad pública del país en cumplimiento de los indicadores oficiales de gestión y calidad. Acreditación institucional en Alta Calidad por el Ministerio de Educación Nacional. Es entonces, por cualquier medida que se tome, una de las más importantes instituciones de educación superior del país en cobertura, calidad y diversidad de sus servicios”.

Es necesario saber que tanto la Universidad del Valle como las instituciones oficiales y privadas de educación superior, condenan la violencia en todas sus formas, “por ser acciones ajenas al ethos universitario y contrarias a una cultura de paz”.

Esta y las demás Universidades sustentan su autonomía consagrada en la ley: gobierno legítima y democráticamente constituido (por elecciones libres, estamentarias), y cuerpos colegiados que toman decisiones por consenso siguiendo planes de desarrollo y acciones académicas. Son concientes de que ciencia, humanismo y producción de conocimientos –fundamentales en la formación de ciudadanos-as y profesionales- “sólo se pueden dar con libertad, pluralismo e independencia”, rindiendo cuentas a la sociedad y al Estado colombianos.

Ahora bien, conflictos y acciones violentas –ver, por ejemplo, Chile, Francia y otras geografías cercanas y lejanas- ocurren y ocurrirán a menudo. En Cali y Bogotá, Santiago y París. Así las cosas: “Ni la perspectiva de los vándalos y violentos ni el autoritarismo, pueden superponerse a los logros y metas de la mayoría”. Ni el autoritarismo policial ni el del ejecutivo.

La ‘Carta abierta a la ciudadanía’ de la Univalle es documento explícito de principios institucionales éticos y conceptos positivos frente a la formación ciudadana y profesional. Escrita en clave de tolerancia, hace inteligible a la vez que inteligente caminos razonables de construcción de un país de equidad –por igualdad de oportunidades a estudiantes de todos los estratos- y paz; como también, un país sociocultural fundamentado en la producción de conocimientos, ello, en un contexto internacional globalizado.

La Universidad colombiana deviene –pese a sus limitaciones presupuestales- investigativa, interdisciplinaria, y menos profesionalizante. Matriz de nuevos sujetos y de tejido social. Esto lo tiene que entender y defender la Presidencia y la Policía de la República. Y dialogarse en un lenguaje de civilidad, conceptual y desarmado.

sábado, 31 de mayo de 2008

El espejo vacío del poder

Carlos Vásquez – Zawadzki


ÉL, caminante ensimismado, solitario, mirando sin ver hacia todos lados de la multitud.
Sus ojos –párpados abotagados de pez bacalao, rojizos, de hombre desvelado o mal dormido siempre—son claros. Pero, su mirada huidiza parece carecer de un cerebro lúcido; entonces, sin conocimientos ni pensamientos. Es líquida, como esos días lluviosos de la Feria del Libro, vacía.
De pasos cortos como corta es su estatura.
Y vestido de paño gris del cielo invernal de la capital.
Yo lo sigo a prudente distancia. De un stand de libros a otro, de un editor nacional a otro internacional.
Camina, desplazándose como un autómata.
El pecho –antes de pavo real en el paraíso perdido de la política- es ahora un tanto hundido, seco. Como de náufrago en las arenas inhóspitas de la ciudad estrepitosa, de mar de leva del Mal.
El abundante bigote es blanco y canoso el cabello. La cabeza desproporcionada para su estatura le pesa sobre los hombros, ayer victoriosos de su propio poder, hoy derrotados.
Continúa transitando en su insignificancia y sola soledad. De pronto, aquí y allá mira de soslayo tratando de identificar y detenerse en un rostro conocido, en un nombre o voz que lo reconozca de alguna manera.
Me recuerda “El hombre de las multitudes” de Edgar A. Poe… Solitario como hueso sin carnadura ni humana ni social. Un fantasma de día, un innombrable de la noche.
Ayer, dice la fábula de Esopo, respiraba y respiraba y su pecho esponjado era el de un comandante (o comendador inquisitorial) de muchas estrellas y galones. Caminaba por todo el país, y por las primeras páginas de periódicos, radio periódicos y noticieros de televisión, con las mandíbulas y los puños apretados. Una fiera de la Constitución del 91. Con los ojitos puestos en un solo punto: el poder, y el supremo poder.
Temible, mucho peor, temido; en especial por la clase política en proceso de ocho y ceros. Las huellas de sus pisadas eran memorables por la metralla de sus tacones de cuero o madera. Rodeado de círculos de guardaespaldas, cuando pasaba con su séquito armado dejaba un inconfundible olor de invencibilidad.
Todos los ojos del país de Colón –colonizados nosotros- cabían en su mirada oblicua. Y sus decisiones implacables, desmoronaron poderes regionales a nombre de una moral o ética pública. Todo el Congreso temblaba –asimismo el señor Presidente de la República de entonces, con su elefante a cuestas- como gelatina blanca de pezuña de buey.
Dios, diosito tronante, castigador. Su segundo al mando, clon del poderoso, era jupiterino. Derrumbaba muros de infamia de los políticos del Cartel de Cali con su voz estentórea.
Pero, alguien en el camino psicótico del poder le vendió la idea de subir escalas todavía más altas. O surgió de su propio y pobre caletre. Porque, se dice en el imaginario popular: todo colombiano desde niño desea ser Presidente. Entonces, mentira o verdad, renunció a su cargo fiscalizador. Y pretendió presentarse a elecciones. Y nada ocurrió. Nada.
Hoy, solo solitario se mira al espejo de nuestras miradas y no encuentra su imagen perdida, porque ésta sólo habita su memoria desvanecida en el aire. Hoy está vacío por dentro y por fuera. Y su diario transcurrir es monólogo silencioso. Un monólogo delirante, como ocurre con los sentimientos de culpa políticos.
Hoy es “don Nadie”. Mal amado. Mal recordado y bien olvidado. Un borrón sin cuenta nueva. Aquí, una borronadura.

jueves, 22 de mayo de 2008

Tertulia literaria ‘Sanín Cano’ del PEN de escritores

Carlos Vásquez – Zawadzki

El PEN Colombia de escritores y escritoras –poetas, ensayistas, narradores, traductores, editores, comunicadores, historiadores-, es una de las 141 organizaciones no gubernamentales adscritas en 99 países al PEN Internacional, fundado éste en 1921. En la “Carta” se plantea lo siguiente: los miembros (…) utilizarán en todo momento su influencia a favor del buen entendimiento y del mutuo respeto entre los pueblos; se comprometen a hacer todo lo posible para erradicar los odios raciales, de clase y entre naciones.
Recuerda J. Leedom - Ackerman: el PEN defiende el principio de la libre circulación de las ideas entre todas las naciones y se opone a toda forma de restricción de la libertad de expresión. Más aún: el papel del PEN es preservar un ámbito propicio en el que las mujeres y hombres de letras ejerzan la imaginación y compartan su creación con una comunidad transcultural de iguales. (1)
En Colombia, el primer presidente del PEN y su fundador, fue el Maestro Baldomero Sanín Cano (recientemente, una selección en cuatro volúmenes de sus obras realizada por Otto Morales Benítez fue publicada por la Universidad Externado de Colombia).
Para el 2008, y en honor al primer ensayista contemporáneo del país, el PEN Colombia estableció la Tertulia literaria ‘Baldomero Sanín Cano’.
La Tertulia se presenta como “espacio de encuentro –espacio de comunicación- de los integrantes del PEN Colombia de escritores y escritoras, como también de los mismos con escritores, editores y lectores invitados.
“Aquí los participantes, en común interés por el placer de la lectura y el saber, se reúnen para comentar y discutir un libro o temática elegido previamente: bien de uno de los escritores o escritoras que hace parte del PEN, bien de un escritor colombiano o extranjero”.
La Tertulia literaria se reúne el último jueves de cada mes. Esto, con el apoyo permanente y generoso de la Librería Lerner del Norte y su directora Alba Inés Arias, quien ofrece a los asistentes una tasa de café suave o bien un sabroso té de aromas orientales.
En su primera sesión, los directores – fundadores de las revistas El Malpensante (Andrés Hoyos), Al Margen (Ramiro Montoya), La Hojarasca (Enrique Santos M.), Libros & Letras (Ileana Bolívar) y Letras del Sur (Edgar Bastidas y el autor de esta nota), hicieron una breve historia de las mismas y respondieron interrogantes sobre con quiénes se hace una publicación, para qué lectores-as es pensada una revista, y el resultado del trabajo en cuanto a recepción, circulación, crecimiento y perspectivas.
Para la segunda sesión, el próximo jueves 29 de mayo, entre las 5:30 y las 7:30 p. m., la Tertulia literaria presentará el libro del escritor suizo André Bonnard, “Los dioses de Grecia”, traducido por el poeta, ensayista y narrador Edgar Bastidas Urresty. La profesora Lida Marcela Pedraza trazará un perfil del autor y su traductor. Asimismo se establecerá un diálogo con el público presente sobre la actividad del traductor, sus problemas de saber y lenguaje y sus contextos socioculturales al recrear en español un texto francés sobre mitología griega.
La asistencia a la Tertulia literaria es libre y gratuita.

(1) J. Leedom-Ackerman, “El papel del PEN en el mundo contemporáneo”, Rev. Periplo, México, 2007, pp. 17-19.

Buscar los ceros…

Carlos Vásquez – Zawadzk




…formulaba Nietzsche. Para trazar una línea temporal –cortante y definitoria- entre un antes y el ahora, un pasado y el futuro.
Esta busca de los ceros nos interesa con relación al país colombiano y la crisis actual de valores, más civilizatoria que política. Ello, a través de una cartografía social:
· La Constitución de 1991, considerada como matriz de sujetos o ciudadanos y del tejido social. Matriz política y sociocultural fundamental, la cual es preciso consolidar y ampliar y reglamentar hacia procesos de justicia, equidad, igualdad, económicas y simbólicas. Asimismo en lo que concierne a la separación de poderes y su equilibrio institucional.
· Una Carta, incluyente de todos y todas, posibilitando la construcción del <>. En el mismo, el establecimiento de una medida común para toda la ciudadanía.
· La paz, entendida no como el final de los conflictos político-sociales, y el término de toda violencia, cuanto el reconocimiento del Otro. Se trata de abordar y resolver con la palabra los conflictos, escuchando las diferencias y aceptando la alteridad.
· Una sociedad civil fuerte, determinante –organizaciones y partidos políticos serían su correlato-, fundamentada primero en el valor y la protección y el sentido de la vida, como también del tejido social. Y segundo, fundamentada en valores éticos individuales y públicos: una sociedad civil laica democrática.
· La construcción de un país deseado, sobre la base de esta sociedad civil plural, laica, democrática. Una sociedad civil participativa y actuante de un <>.
· Organizaciones y partidos políticos cuyos sujetos participativos y democráticos incorporen a su filosofía y prácticas, el valor supremo de la vida y principios éticos individuales y públicos; también esta medida común para toda la ciudadanía.
· Los y las hacedores-as de la política, ciudadanos y ciudadanas formados interdisciplinariamente (en ciencias sociales y humanas): todos y todas los funcionarios públicos, conocedores de las realidades históricas del país, la administración y la juridicidad.
· Un Congreso de la República, unicameral.
· Una geopolítica nacional e internacional, a su vez ecofilosófica, en cuanto a los sujetos, la sociedad y la Naturaleza, concebida en estructuras físicas y administrativas regionales y no departamentales.

Bitácora política

Carlos Vásquez – Zawadzki

El armario y su estantería del Congreso, puesto el ojo investigativo de la Corte Suprema de Justicia en la doblez ante el espejo de los valores públicos de nuestra clase político-legislativa, se caen, se están cayendo y así continuará ocurriendo semana a semana.
Ante los hechos, es decir, la corrupción de la mano en la mano con las criminalidades del narcotráfico y paramilitar, en la que se niega el valor positivo de la vida, formulamos algunas sentencias iníciales:
Todo dogma (político, religioso, económico, estético…), encierra. Y al encerrarse los sujetos sociales, enloquecen. ¿Entregaríamos un arma de fuego a un alienado?
La intolerancia en la palabra y la acción (cuando decir es siempre hacer) disuelven en sangre y negación la vida social y sus diferencias. Las hegemonías de pensamiento saben a final de la Historia.
Si la educación construye sujetos sociales en la renunciación a la satisfacción egoísta de sus deseos, ello, para poder dialogar y simbolizar, definir derechos y deberes, nuestro sistema educativo republicano y actual es un fracaso histórico. El nuestro es un país de la insularidad mas no de la solidaridad.
La oposición es el Otro de las diferencias, con quien argumentar y dialogar, siendo inteligentes e inteligibles, para construir desde diferentes puntos de vista y colectivamente el denominado país democrático.
Los confesos pero avaros y calculadores criminales paramilitares: su placer perverso en el terror, sin limite en su sadismo al destruir al Otro. Ello, para acumular capital en el mercado de la muerte o vida sin valor.
Seis millones de niños con hambre, dos o tres en la miseria, constituyen el espejo trisado y vergonzoso del país económico. Sobre la niñez enferma o infeliz sólo políticos y economistas monstruosos construyen una geografía a la que llaman patria, sin justicia ni equidad.
La realidad deseada, la suave patria; y mejor, la matria suave. ¡Rememoración del poeta mexicano López Velarde!
Colombia: preguntémonos filosófica, luego, políticamente, por qué estar juntos y qué nos uniría –a nosotros, sociedad civil- material y simbólicamente, afectiva y razonablemente.
¿Unirse para fusionarse y desaparecer, política o erótica o económica o militarmente en el Otro y devenir un solo cuerpo? Esos tipos de incesto repugnan a la inteligencia.
Una tarea mancomunada: buscar ciudadanos y ciudadanas éticos y cultos, que renuncien a una voluntad de poder a toda costa, generosos y trabajando por el bien común. Produciendo capital simbólico, creando tejido social, país presente y futuro.
El bruto guerrero político, con sus razones individuales y de Estado, nos ha llevado a la guerra permanente, a las injusticias sociales de todo tipo. Es hora de una democracia de las ciudadanas al poder, con otras razones: ternura, respeto a la vida, justicia, paz…

Consejos a jóvenes y viejos escritores

DE LA PLUMA DE ANDRÉ GIDE

Un texto significativo del Premio Nóbel de Literatura de 1947, sobre el Arte de vivir y escribir.


por Carlos Vásquez – Zawadzki


Gide afirma escribir un breve tratado de alabanza del buen obrero de la pluma literaria en ‘Consejos al joven escritor’, manuscrito encontrado después de su desaparición y publicado de manera inicial por la N.R.F.: “sólo se trata aquí del oficio”.

El tratado (del lat. tractatus; y fr. maniement, manejo, tacto y convención, pacto) se escribirá fragmentaria, polémica y mejor brevemente, al abordar temas o problemas del oficio de la escritura. Oficio o trabajo en el lenguaje, tensionados –como un arco- por ideas de economía y medida estéticas (pocos años más tarde, un Ezra Pound subrayará esa economía en la raíz etimológica de dichtung que significaría asimismo poesía, en lengua alemana): “La obra de arte –escribe entonces Gide- la deseo enteramente gratuita, pero en ésta no tolero ninguna profusión insignificante y no estimo para nada que se alcance la perfección si queda en la punta de mi estilógrafo más tinta de la necesaria para la expresión estricta de mi pensamiento. En arte todo lo que no es útil, perjudica”.

El artista, el escritor, no agotaría su saber - hacer en el conocimiento o entrenamiento –logrado a través de la lectura- de procedimientos o técnicas o retóricas estilísticas. El dominio de procedimientos formales aseguraría, sí, a los mediocres, un esfuerzo menor y el más grande éxito. La habilidad, por el contrario, es aquella que en último momento aconseja la emoción, la inteligencia de la emoción.

Al artista franco (franc, es decir, libre y que dice o escribe lo que siente y piensa), “cada nuevo tema (sujet) propone una nueva dificultad, y para triunfar no es nada toda adquisición precedente”. Así, el virtuosismo –asentado en el saber de procedimientos y técnicas- sólo produciría banalidades: Quien debe perfeccionarse es el artista, no el oficio... En este sentido también, “cada obra de arte es un problema resuelto”.

Gide recuerda esta sentencia de Keats: Better be imprudent moveables than fixtures: vale más ser imprudentes que petrificarse en la seguridad. Seguridad de todos y de cualquier orden: procedimental o retórica, temática, estética, ideológica, religiosa, psicológica, identitaria, en fin, social y cultural.

¿Incomprensión de los lectores frente a una nueva o novedosa obra artística? “El artista fuerte no se queja en absoluto de no ser comprendido por su época. Extrae más bien de esta incomprensión una garantía de supervivencia”: Esto, porque el público –el lector, el consumidor de hoy- sólo aplaudiría lo que puede reconocer. Lo novedoso, desquiciaría, lo sacaría de su lugar y seguridades. El público aplaudiría la parte de la obra menos apreciada por el artista o escritor. Los supuestos defectos que hoy afirma encontrar en una obra, serán virtudes para la próxima generación. Y a sus alabanzas habría que prestarle un solo oído; pero los dos, a la crítica, a los críticos.

El artista grande es primero que todo una gran escucha. Es paciente. Aborda la obra artística desde todas sus partes y desde todos los puntos de vista. Sabe que la grande obra escandaliza no tanto por su novedad –tan cara a un Baudelaire-, cuanto por su rechazo a aportar lo viejo o desueto. Su originalidad más real “es aquella que no se conoce”; misma que no tiene circulación. Pasa desapercibida: “La obra de arte realizada no se hace notar”.

Gide dará dos consejos finales:
1. Escribir lo menos posible.
2. Sólo escribir lo indispensable.



El laberinto del incesto en Colombia


Carlos Vásquez – Zawadzki



La violación del tabú del incesto sigue tocando
la fibra sensible de nuestra sociedad,
Laura Castaño

Historiadores y antropólogos afirman que la historia humana evitaría el incesto a lo largo de las civilizaciones. Y como prohibición universal, atravesaría las culturas de todas las épocas.
Algunas hipótesis explicarían este tabú. Por ejemplo, la biológica, según la cual el incesto “haría aflorar alelos recesivos que podrían resultar fatales desde el punto de vista genético cuando se dieran juntos en un mismo individuo”. Existen además las hipótesis psicoanalítica, relacionando parricidio e incesto desde la prehistoria; la económica, afirmando que la exogamia favorecería vínculos extrafamiliares y reparto del trabajo comunitario; y la hipótesis de la familiaridad: sujetos que crecen juntos generarían una aversión en cuanto su posible apareamiento.
Osman et al., nos recuerda M. I. Castillo (1), definen el incesto como “la relación sexual entre parientes cercanamente relacionados, ejemplo entre niño y padre o tío, entre hermanos o más ampliamente entre padrastro o hermanastro”.
Y en el Código Penal Colombiano: “Incesto. El que realice acceso carnal u otro acto sexual con un ascendiente, descendiente, adoptante o adoptivo o con un hermano o hermana, incurrirá en prisión de uno (1) a cuatro (4) años”.
En Colombia, el incesto se presenta como un problema social y cultural de grandes dimensiones, sin que todavía reconozcamos o aprehendamos ni su gravedad ni sus consecuencias a presente y futuro.
Ello, en tanto “práctica destructiva física, sexual y psicológica, que deja secuelas graves en sus víctimas”, como lo advierte Castillo Amézquita.
Las cifras: en el año 2005, por ejemplo, entre 18.474 dictámenes sexológicos, se clasificaron como incesto el 18.77%, es decir, 3.468. Un promedio de diez incestos diarios en las ciudades del país…
“El grupo más vulnerable fue el de los menores de edad y más del 70% de los casos se concentra en los grupos de 5 a 9 y de 10 a 14 años”. Adicionalmente: “el 88% de las víctimas son de sexo femenino”.
¿Quiénes son los agresores, transgresores del tabú del incesto? En la Colombia urbana, el padrastro o el padre, en el 80.4%. ¡Determinantes? La cultura del machismo y prepotencia del varón respecto de la mujer; la permisividad de las madres; la pseudoparentalidad; las familias con padres denominados periféricos, etc.
Quizás lo más grave y aberrante, la circularidad de la práctica. “Se puede decir, afirman los estudiosos colombianos, que el incesto pasa de generación en generación”.

(1) M. I. Castillo A., “El incesto, más allá de lo social” – Instituto Nal. de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Encuentros

En el lenguaje de los mundos posibles


Hacia poderes que circulan, son dialogados y horizontales


por Carlos Vásquez – Zawadzki


La pregunta guerrera es afirmación de fuerza y violencia, territorializadas y sin medida de tiempo frente a la conquista del poder.

Por el contrario, el interrogante por la paz sería un espacio y tiempo para actividades comunitarias, en las cuales se tejerían o entretejerían relaciones sociales –mejor, intersubjetividades nuevas o inéditas-, con un pasado de diferencias irreconciliables pero con un presente y futuro de producción social de bienes materiales y simbólicos. Para, mediante un contrato establecido por consenso ético de justicia social, intercambiar esos bienes materiales y simbólicos.

El interrogante por la paz lo sería de igual forma por el poder, en relación con una sociedad colombiana justa, convivial, comunicativa, pacífica:

“Dominar, dirigir, gobernar, grupo de poder, aparato de Estado, etc. (...) son un conjunto de nociones que piden ser analizadas. Asimismo, sería preciso saber hasta dónde se ejerce el poder, mediante qué relevos y hasta qué instancias, a menudo íntimas, de jerarquía, control, vigilancia, prohibiciones, coacciones. En todo lugar donde hay poder, el poder se ejerce. Nadie, hablando con propiedad, es su titular y, sin embargo, se ejerce en determinada dirección, con unos a un lado y los otros en el otro; no sabemos quién lo tiene exactamente, pero sabemos quién no lo tiene” (Foucault).

El poder del o de los centros, el poder vertical, el poder del príncipe (y sus metáforas republicanas: presidente, comandante...), el poder radial hacia los vórtices o regiones, sería el de sociedades que miran hacia atrás, fundamentado en instituciones, sujetos, espacios, riquezas, órdenes discursivas, bajo la ley o juridicidad patriarcal.

Pero, el poder que circula, es dialogado, horizontal –planteado no en términos negativos del soberano que prohíbe y los súbditos que dirían sí a las prohibiciones del patriarca- podría ser el poder como encuentro entre el Estado y la Sociedad civil. Es decir, un poder interactivo –constructor precisamente de intersubjetividades nuevas o inéditas- para intercambiar con justicia bienes materiales y simbólicos. Poder descentrado –si se prefiere, federalizado-, socializado. Sin acumulación oligopólica de riqueza financiera o industrial ni feudal de la tierra.

Así, el interrogante por la paz se centraría –descentralizando la voluntad de poder- en la asunción por la sociedad colombiana toda, de su conflicto radical e histórico: una ética, cultural, política y económica, frente a la pobreza. De nuevo, en la construcción de espacios y tiempos comunitarios para tejer o entretejer intersubjetividades (tejido social) con presente y futuro en la producción e intercambio de bienes materiales y simbólicos.

Se trataría, en su conjunto, de inquirir por lenguajes de encuentro(s), desterritorializado(s) y desarmado(s). Como también, por encuentro(s) en el lenguaje, en su función comunicativa o socializadora.

Lo que se propone es el cuestionamiento de las desigualdades e injusticias sociales. Cuestionamiento radical de un modelo de sociedad de acumulación de capital y de mercado, en un proceso histórico en el cual ninguna de las partes –los actuales actores o agonistas del conflicto- detente y prolongue una visión y acción seculares del poder, propias de las cerradas, explotadoras y violentas sociedades del pasado en el presente. Ello, transformando lenguajes y realidades de exclusiones, al tiempo que reinventándose individual, intersubjetiva, comunitariamente.

Los encuentros se construyen en el lenguaje. En el lenguaje de los mundos posibles.


Impuesto al patrimonio, para la paz

Carlos Vásquez – Zawadzki


Las cifras son lógica pero a la vez perversa, psicóticamente contundentes.
El rubro de inversión del Ministerio de la Defensa es de 5’6 billones de pesos. Esa cifra no la contamos los colombianos y las colombianas sumando todos los dedos de las manos.
Y lo recaudado por impuesto al patrimonio es del orden de los 8’2 billones. Como contar en noche sin luna estrellas en el firmamento.
Este impuesto de ley al patrimonio es para hacer más fuertes los fortísimos hombres en armas de la seguridad democrática. Hombres que crecen año por año en número y en armamento y tecnología. El propósito, haciendo la guerra, fuego contra fuego, llegar un día a establecer diálogos de paz, y quizás, firmarla, con la entrega por parte de la guerrilla de las armas y el silencio definitivo de las mismas.
Ahora bien, con 5’6 billones, y en poco menos de seis meses, llegarán al país militar y su lógica de acciones guerreras en busca de la paz remota: 25 helicópteros, 13. 000 armas, 8. 000 fusiles, 187 camiones blindados y 8 aviones Supertucanos. Todo esto reforzará al ejército, la armada, la fuerza aérea y la policía nacional. El restante del recaudo fiscal se invertirá en logística y mantenimiento.
Pero, ante tanta alegría o euforia armamentista y pechos inflados, ciudadanos y ciudadanas sin imaginarios de guerra supuestamente victoriosa al alcance de las manos y las balas, nos preguntamos en nuestra ingenuidad confesable:
¿Establecerían, Gobierno y Congreso, un impuesto al patrimonio –tanto o más jugoso que los 8’2 billones recaudados para la guerra- apuntando a la justicia, la equidad o igualdad de oportunidades para todos y todas, y la paz?
Un impuesto así, por una sola vez, para hacer una reforma agraria fundamental, y hacer una revolución verde y tenencia de la tierra en manos campesinas para un país sin hambre a corto plazo.
Un impuesto así, para transformar el sistema de valores educativo, escolar y universitario, formando ciudadanos y ciudadanas honestos y justos, autónomos y responsables; estudiosos y en formación permanente. Investigadores, verdaderos productores de conocimientos alternativos. Docentes eco-filosóficamente formados a su vez y pedagogos de la liberación, la dignidad, la comunicación, la alteridad y el respeto de las diferencias.
Un impuesto así, para generar trabajo –desde iniciativas de producción de riqueza familiar, grupal o asociada y empresarial, ésta última con responsabilidad ambiental y social.
Un impuesto así para construir, en fin, el país deseado.

Una nueva sociedad civil

Desobediencia, resistencia y organización de la Sociedad civil frente al Estado y los actores del conflicto.


por Carlos Vásquez – Zawadzki


Otra sociedad colombiana –inédita, desconocida y quizás utópica- se construiría y construiríamos justa y democrática, sin delegar responsabilidades en el Estado ni en cualquiera de los actores implicados en el conflicto (los de la izquierda como los de la derecha). Y en primer lugar, sin delegar nuestras responsabilidades en la clase política y política-empresarial, causa efectiva histórica del colapso y disolución del país colombiano del presente.

Ello, para refundar una sociedad civil responsable –críticamente responsable-, dinamizada en la participación política y anclada en una ética pública y privada, incuestionable.

Desde la Independencia y la República de los Generales en el poder, y más determinantemente desde mediados del siglo XIX con el proyecto liberal (desmonte jurídico del Estado colonial, cambio de ciertas instituciones acorde con la clase que comandaría la hegemonía, fortalecimiento del y de los poderes regionales, liberalización económica y del mercado opuesta a las demandas del artesanado, descentralización de rentas públicas, abolición de la esclavitud, desamortización de bienes de manos muertas, atribución de poderes al parlamento...), nuestra ‘democracia’ habría sido formal.

Nada, nada más que una democracia formal: sociedad de injusticias y exclusiones, de ayer y hoy en la Historia. Y representativa desde el punto de vista político, en la cual contados sujetos patriarcales (el voto femenino se hizo realidad sólo a partir de 1957), mediaban a la vez que consolidaban para sí y la clase en el poder, el orden social –económico, político, jurídico, cultural, educativo...- de injusticias y exclusiones existentes.

Si bien la Constitución Nacional de 1991 se habría pensado, dialogado y redactado de forma horizontal –por oposición a la centralista de 1886 y su correlato teocrático, el Concordato con la iglesia católica, la delegación en la misma del proyecto otrora republicano de la instrucción y la formación públicas y privadas y la imposición de una cultura nacional de la intolerancia--, redactado, decimos, de los vórtices al centro y viceversa, descentralizante a partir de una visión otra del espacio humano y geopolítico, la mediación –las seculares delegación y representación políticas de la sociedad civil-, volvió a centrarse en sujetos ideológicos inmodificables, con puntuales excepciones.

Mismos sujetos políticos que siguen directrices –en su mayoría- de la lógica económica del mercado, neoliberal (además de considerar el patrimonio del Estado, nuestros bienes comunes y públicos, como un botín, situación que desde el Frente Nacional y su exclusión clasista de la oposición política generó la corrupción sistemática de los llamados ‘cuellos blancos’ y el saqueo del Estado), lógica del mercado cristalizada en gremios poderosos, monopolios y oligopolios, y por extensión y conjugación, en los grandes capitales y mercados de la globalización postmoderna.

En ruptura con lo anterior se propone hoy el siguiente ‘axioma’, conducente a posibilitar, abrir y consolidar procesos sociopolíticos, económicos y culturales: Ningún sujeto político tradicional nos representa. Asumiríamos así, directamente, metiendo al fuego nuestras propias manos y conciencia, en una dimensión axiológica de liberación y libertad, nuestro destino y nuestros ser y hacer de todo orden. Autónoma, libremente.

Sí, en la gestación de una cultura política de las diferencias y los consensos, éticamente actuantes en un desconocido saber-hacer y en el ser, sociales e individuales. Terra ignota, la de la justicia y la convivialidad. No deleguemos –en y desde la sociedad civil, sus desobediencias, resistencias y organizaciones-, luego, la existencia del Estado actual y su institucionalidad clasista, dejarían de tener razón y sentido de manera definitiva.



La negación del Otro y los silogismos políticos

Discursos ideológicos y pulsiones de muerte en Colombia

El ejecutivo y la oposición sostienen discursos auto-referenciales y mejor ‘fractales’, esquizoides y de verdades asimismo auto-reveladas.


Presentación innecesaria

La Torre de Babel se habría caracterizado porque sus habitantes hablaban lenguas diferentes. De allí, bíblica e históricamente, la incomunicación entre sus habitantes. No obstante, la traducción de una lengua a otra u otras –como ocurre con Cien años de soledad, de nuestro universal Gabriel García Márquez, obra que cuenta con millones de lectores en múltiples culturas y lenguas--, es cuestión que resolvería la incomunicación por ejemplo en la República de las Letras o bien en cualesquiera Torre de Babel. Es posible que el traductor traicione dimensiones de sentido de la lengua original vertida a la que se traduce, pero la recepción del o de los mensajes posibilitan ‘medir’ por ejemplo a través de la seducción, el enamoramiento o mejor –como sugería E. A. Poe- el efecto alcanzado en el receptor, y deseado por su autor, la vitalidad, la calidad, la pertinencia del texto traducido y comunicado.

En Colombia, como conceptualizaría un Jean Baudrillard, el gran sociólogo francés, la situación discursiva sería fractal. Con ello se estaría manifestando la imposibilidad generalizada y total de comunicar –hablo de los actores del conflicto, actores que podríamos ser todos, incluyendo al ejecutivo, al legislativo, al judicial, a la sociedad civil, además de todas las fuerzas armadas, regulares e irregulares--, porque cada uno de los mensajes producidos no tendría un referente discursivo o más bien una red de referentes discursivos que posibiliten su recepción, el diálogo, la comunicación. Asimismo porque las estrategias discursivas serían auto-referenciales, sordas y ciegas, productoras cada uno de efectos de verdad y realidad, su verdad y su realidad, y no buscarían ser recepcionadas por Otros sujetos sociales diferentes a los Sí mismos, aquellos quienes razonan en una determinada hegemonía del pensar y actuar.

La negación del Otro

“Quien me niega, me mata”, formulaba simbólica y lapidariamente el premio Nóbel de literatura Albert Camus. En Colombia, de centro, de izquierda o de derecha políticos, encerrados en verdades incuestionables o dogmáticas (y se sabe que todo encierro, como también dogma o verdad totalitaria, enloquecen), la negación del Otro en y a través de la palabra y del lenguaje políticos constituye nuestro bien histórico y cultural menos preciado (desde el advenimiento arrasador de la Conquista española frente a universos precolombinos y afrodescendientes). Esto, en términos generales.

En términos particulares, ahora que las contradicciones históricas que vivimos se han agudizado –ante los escándalos de la derecha paraca y paranoide y sus millares de crímenes; ante la criminalización de las finanzas de la guerrilla por el secuestro y el narcotráfico, entre otros factores; ante la paraquización de la vida política en las regiones y el centro, con la pretención de refundar al país…--, el lenguaje, los discursos políticos, son producto de pulsiones de muerte, en la negación del Otro como sujeto social y político, y como sujeto simbólico en su diferencia.

Estas posiciones ideológicas sin sentido –el sentido se construye precisamente en la oposición de valores y la conjugación de las diferencias--, serían no solamente irrisorias, cuanto patéticas, sádicas, perversas y destructivas. “El Otro me vale nada”, como la vida misma.

Así, en el ejercicio de la palabra de unos y otros, trátese del discurso gobiernista, el liberal de oposición, el oposicionista de izquierda o de derecha, se recurre –como figura ideológica mayor, advertía un Barthes--, al silogismo. A todo tipo de silogismos mecanicistas, veristas, de poca monta, bajos, intestinos, pero eficaces. Los produce el señor Presidente al negar a la oposición que otrora esgrimió las armas para cambiar el sistema, al calificarlos de terroristas vestidos de civil; los produce la oposición de izquierda y liberal o social demócrata, cuando cuestiona el pasado familiar y personal del mandatario; los produce la guerrilla al oponerse a la clase del poder y de la riqueza burguesa, redimensionando otro país imaginario de igualdades impuestas desde un Estado militar, dogmático y a la vez psicótico; los producen los paracos para justificar el vacío del Estado, sus crímenes de lesa humanidad y todo tipo desmanes a punta de fusiles y motosierras; los producen los responsables de la parapolítica, al razonar y explicar sus nexos con los violentos y criminales para alzarse con el poder en Congreso, gobernaciones y alcaldías; los producen quienes, desde la presidencia, los ministerios y el Congreso, fueron financiados por el cartel de Cali y juzgados en el proceso 8.000, y ahora se afirman en la cosa juzgada.

Estos discursos de la negación signan la muerte o bien la inexistencia del Otro. Lapidarios, desprecian la vida, desprecian su sociedad pasada, presente y futura, se desprecian a sí mismos. Sus sujetos, al hablar y actuar, son terroristas… O mejor, en el contexto del mundo de la política, sado-masoquistas. Casos de salud pública… Colombia toda será un babilónico e interminable psiquiátrico, lo afirmaría todo silogista.

Moralistas de comienzos de siglo

Preguntas sobre comportamientos sociales

Personajes de fuego y nieve en la geopolítica colombiana y continental.


por Carlos Vásquez – Zawadzki


“Nuestro siglo quizás haya sido hipócrita,
pero asimismo amoral”,

Umberto Eco


Moralistas VS. Utopistas

En ¿Por qué escribo?, inteligente libro de aforismos de Darío Botero Uribe editado en el 2001 por la Universidad Nacional y la ESAP –hermosa edición ilustrada por el Maestro Dioscórides e impresa en papel Emerald Stone en cromatismos granizo, banana, arena y avellana— el autor colombiano distingue moralistas de utopistas. Así, “los moralistas predican que la vida es sufrimiento; su Dios hambriento de sacrificios exige la autoflagelación”; en cambio, el utopista, “recomienda una vida centrada en un proyecto de vida creador y realizador del talento particular de cada individuo; pero como complemento hay que utilizar todas las formas de erotismo, de gratificación, de fomento de la alegría; una economía del placer que busca el goce sin excesos para ahorrar todo lo posible el sufrimiento”. Botero Uribe regresará en su libro en diferentes oportunidades sobre el/ los utopistas, confrontándolos al racionalista, al gran pensador o filósofo, etcétera.

En estos comienzos de siglo y milenio, los moralistas se multiplicarían y expresarían como políticos, fiscales, comunicadores, periodistas, en fin, sociedad civil... Más aún, se comunicarían con el país colombiano desde el Congreso, el gobierno, las empresas, las Cortes, los gremios, las páginas editoriales, las cátedras...

Su prédica en lugar de clarificar los problemas nacionales, regionales y locales –violencia, justicia social, guerrilla, paramilitarismo, corrupción, mafias...— nos confundiría. Su goce en el dolor se proyectaría a sus semejantes: para no aparecer como masoquistas o perversos, se escudarían en una doble moral, en simulacros de moral personal y pública. Ese sería su ‘talento’, diferente en las pulsiones de vida creadora que pone en juego el utopista de Botero Uribe.

Aproximaciones ‘a mano alzada’

El moralista no nacería; el moralista se haría –hipócrita y lúcidamente-- en familia y sociedad decadentes. Dice Eco: “la hipocresía es una constante de la conciencia moral, pues ésta consiste en reconocer el bien y apreciarlo, aún si en otra parte se está haciendo el mal” (Entretiens sur la fin du siècle, Fayard, Paris, 1998).

El moralista aquel que, analíticamente, no está ni puede estar libre de culpa y desea tirar(nos) la primera y última piedras, busca dividir el mundo social en dos bandos irreconciliables, polarizados, excluyentes. Su mejor que es pésima conciencia, claro está, lo lleva siempre a alinderarse en el cartel de los buenos del sistema.

Este personaje –hombre o mujer— es su propio enemigo secreto, pero reprimido. Sus sueños inquietantes, en corto circuito, están poblados de pesadillas y fantasmas angustiosos. Parecería que de su propio barco infestado de piratas amotinados, sentenciosos y vengativos, estuviese a punto de saltar al mar invisible de tiburones nocturnos. Ignora ser mandíbula desgarradora, y se pretende capitán comprensivo.

El moralista ama de maneras mágica y rabiosa las máscaras (hipócrita, recordémoslo, es todo actor). Es su ser –como las monedas que se manosean en su libre circulación— de dos o más caras. Caraleón o mejor camaleón, sabe camuflarse ante su propio espejo e imagen acusatorios, flagelantes. Uno y vario según las circunstancias, en cada horneada tiene la misma esencia mentirosa del supuesto virtuoso, y luce calientito ante los ojos hambrientos que esperan escucharlo y comerlo. Así es su mundo de apariencias en las sociedades ‘modernas’ o postmodernas.

Fabrica, pues, una identidad hacia fuera o simulacro. Dice pertenecer a la esfera de lo público. Es símil de su propio discurso en falsete. De esta manera nadie lo confunde –en la comedia de equivocaciones que es la vida social, y la vida toda— ni se extravía con su presencia que es de verdad una ausencia.

Hoy en nuestras costas no habría peligro de moros, porque creemos con ciega fe ciega que en nuestras playas blancas del Caribe y morenas del Pacífico no desembarcarían nunca los marines del Imperio. El peligro está –a lo largo y ancho de nuestra geopolítica— en los moralistas, conversos de la modernidad irrealizada en postmodernidad indeseable y globalizada, es decir, insensata.

Porque, estos se infiltran con el sigilo presupuestado y la sutil inteligencia de la hipocresía (su secreto lo llevan a cuestas como un saco de huesos sonoros y macondianos) en todas las organizaciones de derecha, centro e izquierda de estos comienzos de siglo y milenio. Infiltrados, lanzan su piedra que es todo un carro-bomba para hacer estallar la vida corporativa o comunitaria. Esa, su ‘verdad’ explosiva o implosiva, su estructura mental psicótica.

Se introducen en iglesias y partidos, fiscalías y gobiernos, en el parlamento y en las cortes, en los mismos centros de estudios y universidades de librepensadores, en fundaciones, empresas, gremios, constructoras, museos y casas de la cultura, entidades privadas y oficiales... Como un dióscuro a imagen del bíblico Dios hambriento de sacrificios, el moralista tiene el don de la doblez, y al mismo tiempo está aquí y allá –multiplicándose--, en todas partes donde los ríos de la moral suenan. Aplicado, obsesivo (se persigue así mismo sin que su espíritu oportunista se reúna con su cuerpo masoquista), quiere ser siempre el primero, la vedette o estrella sin cielo ni tierra de los justos (su mala conciencia estará al final de la cola en el juicio de la Historia).

El moralista es lobo disfrazado de legendaria abuela tierna y maternal, para inquisitoriarnos, clasificarnos y devorarnos mejor (el moralista ante el poder exige sacrificios en altares fratricidas). Esa abuela englutida de una sola tarascada –el moralista no morderá ni rasgará dos veces la misma piel ensangrentada— viviría oxigenada en su oscuro vientre: cueva de ficciones sádicas donde se cuentan historias de las riquezas de Aladino (¡ah ladino!) y sus cuarenta ladrones.

Umberto Eco nos recuerda la definición de la vida pronunciada por Shakespeare: A tale told by an idiot, full of sound and fury (una fábula plena de ruido y furor, contada por un idiota). Idiota como el moralista y sus seguidores, entre otros idiotas decadentes.

CIRCULARIDADES HISTÓRICAS

Polarizaciones sociales en Colombia

Encerrada en dicotomías y polarizaciones infernales, la geopolítica colombiana requiere romper la circularidad de la muerte y la repetición de lo mismo para refundarse intersubjetiva, colectiva, democráticamente.


por Carlos Vásquez – Zawadzki


El país, la geopolítica colombiana, se habría constituido histórica y socialmente –en un proceso de disolución humana y material permanentes-, se habría pensado culturalmente, sobre la base de oposiciones o dicotomías insuperables hasta el presente, presente de polarizaciones y horror en el que todos vivimos en este final de nuestra historia indeseada y conocida.

Estas oposiciones extremas o polarizaciones insuperables, quizás heredadas de tradiciones católicas y conservadoras absolutistas, dogmáticas, nos habrían encerrado en un movimiento casi mítico del eterno retorno de lo mismo. “Vivir para experimentar las repeticiones, la mismicidad”, es decir, para constatar en el día a día las pulsiones de muerte de toda una sociedad. Prisioneros de una o más culturas de la intransigencia, la exclusión, en fin, la conclusión y la idiotez, perdemos el tiempo del presente. Y negamos el del futuro, que reiterará el infierno sabido y vivido.

En la polaridad insalvable nos alejamos, dejamos de escuchar, negamos, no nos colocamos en el lugar del Otro.

En la polarización nos alimentamos de nuestras propias entrañas, narcisos de flores negras. O bien, somos y devenimos permanentes, incambiables, idénticos a nosotros mismos. Nos reiteramos. Nos repetimos. Nos parafraseamos. Nos detenemos psíquica, intelectual y conceptualmente, educativa, cultural y humanamente, social, política y económicamente. Nos subsumimos. Permanecemos en un estadio oral o quizás anal.

En la polarización dejamos de transformarnos. Ser otros, uno y mil. No devenimos. Nos alienamos o cosificamos. Somos fantasmales. Somos psicóticos.

En la polarización se interrumpe la comunicación con el Otro. El y los mensajes giran en redondo y soy emisor y receptor al mismo tiempo. Monólogo del ser autista y sus espejos, inaudibles y repetitivos. La polarización nos hace tautológicos (el Otro no hace presencia en mi lenguaje, como tampoco en mi sensibilidad ni en mi pensamiento). Y previsibles. Vgr. la guerra para alcanzar el poder: una re—volución, un movimiento hacia lo mismo. Dioses soles, infatuados, ya sabidos en las historias patriarcales. Simulacros. Excrementos o excremenciales, fines en sí mismos.

Rupturas en espiral

Para construir memoria y nuevos imaginarios, se regresa para re—flexionar, escuchar lo inescuchado, mirar lo borrado, traer lo abandonado en al camino, pensar lo insensato, sentir lo impensado, liberar lo reprimido, dialogar lo monologado, leer lo ignorado, nombrar lo olvidado... Pero, nunca, pasando por el mismo punto ininteligente.

Para escuchar al Otro; para entregarle al Otro y recibir de él; para dialogar y dialectizar; para interrogar qué es interrogarme o preguntarme; para sentir y pensar y ser de otras maneras –fuera del dogma, la tautología, la pulsión destructora—y salir de toda cárcel del lenguaje y del encierro de lo mismo; para inter—cambiar material y simbólicamente, estableciendo con el Otro nuevas, inéditas, reglas de juego; para equivalerme sin posturas semánticas e ideológicas del arriba o abajo, lo bueno o lo malo, lo burgués o lo revolucionario, lo liberal o lo conservador, lo aristocrático o lo popular, lo alfabeta o lo ignaro...

Para inter—relacionarnos, sin perder nuestras diferencias; para construir intersubjetividades y tejido social; para solidarizarnos con un proyecto común de justicia y paz sociales, nunca proyecto de propietarios del poder o de una razón cualquiera, capitalista o revolucionaria...

HACIA PROCESOS HISTÓRICOS POSTCOLONIALES

Sociedades de preguntas abiertas

Más o menos que modernas o postmodernas, nuestras sociedades latinoamericanas serían temporal, es decir, simultáneamente, transmodernas.


por Carlos Vásquez – Zawadzki


Ayer, en nuestras sociedades del ayer cerrado y quizás no todavía concluido, se constataba. Se constataban el y los poderes patriarcales; la y las autoridades verticales; la y las leyes, aparatos de estado e instituciones, valores, identidades, roles, sexualidad... de clase.

Hoy y mañana, en las sociedades dichas postmodernas, todo se interrogaría e interrogará. Porque no habría referentes ni tradiciones seguros para construirle sentidos a los sujetos humanos. Porque todo se transformaría en un mundo globalizado por las leyes del mercado. Porque habrían terminado todos los relatos de la Modernidad, ese proyecto de la Ilustración del siglo XVIII burgués. Porque todos los sólidos se habrían a su vez disuelto en el aire...

Nuestra especificidad sería mestiza (advertida y afirmada por el mismo Simón Bolívar) y temporalmente, simultánea. Ayer y hoy, hoy y mañana: seríamos una conjunción permanente. Una tensión (nietzscheanamente) creativa. Seríamos más o menos que Modernos o Postmodernos, transmodernos. Abiertos y cerrados. Religiosos y laicos. Gobiernistas y anarquistas. Musicales y silenciosos. Edípicos e independientes. Ignorantes y sabios. Civilizados y bárbaros...

Ese ser mestizo, multicultural, contradictorio, pasional más racional, infans y canon de madurez..., exigiría en el proceso histórico actual (y aún en la desfachatez de un final de la Historia, subsumidos en la globalización y homogenización), un proceso que apuntaría a la construcción de nuevas, desconocidas, y mejor, innombradas realidades sociales, cercanas y lejanas de las u-topías de la Modernidad no experimentada ni encarnada ni conocida ni racionalizada, una cultura en construcción de la(s) pregunta(s) abierta(s).

Sí, una cultura otra (o culturas otras) de la interrogación, misma que aborde complejidades de lo real histórico y social:

· Sobre el imposible pensamiento único, que en el siglo XX se tradujo en totalitarismos de derecha e izquierda (inclusive el socialismo capitalista)...

· Sobre el modelo de desarrollo alternativo y sostenible, integral, humano, que apunte a la justicia social, la convivialidad, la comunicación y el intercambio material y simbólico (sin negar un sadismo o violencia destructiva del Otro, consustancial del animal humano)...

· Sobre la justicia social en cuanto a oportunidades de educación, trabajo, salud, vivienda... calidad de vida, calidad cuyos parámetros deberán inquirirse y diferenciarse de las definiciones de la Agenda de la Modernidad del progreso material permanente de las burguesías y del capitalismo, centristas y globales...

· Sobre el agua que haz de beber, el aire que respiramos, los alimentos que nos constituyen, el sol que alumbra sin dañarnos...

· Sobre la misma diversidad cultural, diversidad que se definiría en diferencias y que no se subsume en una Cultura oficial y reduccionista y facilista y esencialista –en cuanto a prácticas autóctonas y demás-, cuanto rompe esquemas de identidad, cánones de comunicación, lenguajes encráticos de poder...

· Sobre el posible poder sin autoridad ética que haría o querría hacer la ‘revolución’ en nuestro lugar, más allá y acá de nuestros deseos y responsabilidades... responsabilidades y decisiones indelegables, irrepresentables, inmediables, porque ‘lo real’ lo haríamos todos y cada uno de los integrantes de la sociedad civil en la asunción de nuestros compromisos y libertad de ser...

· Sobre territorialidad, redescubriendo el espacio y el tiempo geopolíticos, la memoria, los imaginarios y lo reprimido por los mapas departamentales y nacionales que han ocultado nuestras realidades sociohistóricas...

· Sobre globalización, sin las artificiales fronteras y valores de las nacionalidades nunca constituidas ni asumidas, transmodernamente, es decir, en el enriquecimiento del patrimonio o capital simbólico del mestizaje...

· Sobre la legalización de las drogas o su despenalización, porque lo contrario –la persecución y la guerra contra las mismas- ha destruido y destruirá –por mandato o desmiramientos del país del norte- las riquezas humanas y materiales del Estado, patrimonio de todos...

· Sobre la producción de conocimientos y otro sistema educativo asistemático, filosófico, interrogador de la producción de saber (y no del saber gradual, repetitivo, adaptativo): formador de investigadores y de ciudadanos más que de profesionales –ciudadanos, formados sobre la base de una ética pública...

· Sobre la sexualidad y el erotismo, interrogador éste del sentido de la vida y de la libertad creadora...

· Sobre la biodiversidad y la(s) cosmovisione(s), en particular del universo multiétnico del Pacífico colombiano y latinoamericano...

· Sobre el y los poderes, las autoridades ya imposiblemente tradicionales... en la responsabilidad y la ética, la libertad y las diferencias, las estructuras o entidades de la comunicación horizontal, en ruptura con las estructuras y poderes –constatables, ayer, decíamos- de las sociedades patriarcales...