miércoles, 16 de julio de 2008

Por un Diccionario (político) de estupideces

Carlos Vásquez - Zawadzki


Gustave Flaubert, primer escritor moderno (Madame Bovary, La educación sentimental, Salammbó, La tentación de san Antonio, Tres cuentos…) lo llamaba Diccionario de ideas recibidas o lugares comunes o clisés, y mejor, estupideces. Un proyecto in progress desde 1850 –algo así como un libro abierto hasta el infinito--, en el cual ponía de relieve “el efecto de autoridad de la palabra recibida”. En efecto, “el punto común de las ideas recibidas es su dogmatismo y la fuerza autoritaria de su enunciación”,* propone A. Herscheberg Pierrot.


Y añade: “El Diccionario muestra el proceso de la autoridad y de las creencias, que está en juego indefinidamente en la opinión”. Flaubert asociará creencias y ausencia de discusión en las ideas recibidas. Estas, en pocas palabras, tendrían un carácter imperativo y dogmático. De allí la intención del Diccionario: ser irónico, y aún, satírico.


El Dictionnaire des Idées Recues estaba destinado a entrar en la segunda parte de su gran novela inconclusa a la hora de su muerte, en 1880, “Bouvard y Pécuchet”, aquella historia de los saberes modernos, cuyos personajes derrisorios son precisamente dos copistas de Notaría…


Algunos ejemplos del famoso Diccionario de idioteces (a distancia, viviendo en Nueva York, un José Martí sabía lo que Flaubert traía entre sus manos creativas y críticas en la elaboración de “Bouvard et Pécuchet”, en 1880):

  • Imbéciles: Aquellos que no piensan como usted.
  • Tiempo: Eterno tema de conversación. Quejarse siempre.
  • A propósito del difunto: ¡Y decir que cenaba en su compañía hace ocho días!
  • Suicidio: Prueba de cobardía.
  • Diploma: Signo de ciencia. No prueba nada.
  • Ministro: Último término de la gloria humana.
  • Imprenta: Descubrimiento maravilloso. Ha hecho más mal que bien.
  • Cuadratura del círculo: No se sabe lo que es, pero se levantan los hombros cuando se habla de ello.
  • Derecho (El): No se sabe en qué consiste.
  • Método: No sirve para nada.
  • Diccionario: Reír –sólo está hecho para los ignorantes.
  • Intriga: Conduce a todo.
  • Camello: Tiene dos jorobas y el dromedario una sola. O mejor: el camello tiene una y el dromedario dos. Nos confundimos.
  • Ideal: Completamente inútil.
  • Conversación: Política y religión deben excluirse de la misma.
  • Fuego: Purifica todo. Cuando se escucha gritar ‘fuego’, se debe comenzar por perder la cabeza.
  • Filosofía: Se debe siempre hacer burla.
  • Parientes: Siempre desagradables. Esconder a quienes no son ricos.
  • Universidad: <>.


Ahora bien, el campo de la política en Colombia a nivel de su ‘decir’ o discursivo, requeriría hoy por hoy de un Diccionario de estupideces –o ideas recibidas o lugares comunes o clisés. A nivel de los gobiernos nacional, departamentales y locales, el Congreso, los partidos –incluyendo a los de la oposición-, los liberados y liberadas que estaban en manos de la guerrilla, las mismas guerrillas, los medios de comunicación radiales, impresos y televisivos, etc. Este Diccionario posibilitaría nombrar y clasificar para lectores y lectoras de la ‘patria’, “ideas recibidas en su dogmatismo y la fuerza autoritaria de su enunciación”.


Un solo ejemplo paradigmático de reciente cuño:

  • Recompensas: Si nos tenemos que gastar el presupuesto de Colombia pagando recompensas, nos lo gastamos.



Anne Herschberg Pierrot, “Introduction – Histoire d’un projet” in Flaubert Le Dictionnaire des Idées Recues, L: G: F:, Paris, 1997, pp. 5 – 43.

lunes, 14 de julio de 2008

El pensador de Bolívar (II)


Ingresemos una vez más a “El mundo según Bolívar” –del dramaturgo Carlos José Reyes--, por tiempo, tiranía, terrorismo y traición, y leamos en espiral (Vico, Fuentes) el tiempo pasado y presente de nuestras Independencia y República americanas; leamos lo que experimentamos hoy por hoy en nuestra ‘matria’ colombiana:

· Yo espero mucho del tiempo: su inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados; y los prodigios futuros deben ser muy superiores a los pretéritos (1824).

· Aunque la guerra es el compendio de todos los males, la tiranía es el compendio de todas las guerras (1814).

· La fortuna nos ahorra la terrible necesidad de ser terroristas (1820).

· Morillo me fue a encontrar con un escuadrón y yo fui solo, porque la traición es demasiado vil para que entre en el corazón de un grande hombre (1827).

Ahora, más allá de un orden alfabético del libro,* vayamos de una sentencia a otra, de una máxima a otra y, como lo hiciera Montaigne –creador del ensayo, formulado a partir de sí mismo y su situación para conocerse y conocer el mundo— detengámonos en pensamientos bolivarianos que están en nuestra memoria individual y que desearíamos colectiva, a la vez que reflexiva, para las jóvenes generaciones:

· (Autoridad) ¡Qué virtudes es preciso tener para poseer una inmensa autoridad sin abusar de ella! ¿Puede tener interés ningún pueblo en confiarse a un solo hombre? (1804).

· (Aprecio) El aprecio general ha sido siempre mi única ambición (1815).

· (Amistad) La amistad es preferible a la gloria (1827). Yo confío en que la amistad es más fuerte que la fortuna (1827).

· (Amor) El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor (1827).

· (Apología) No hay mejor apología que una república libre. El que hace estas cosas siempre es bueno, y yo me he metido a alfarero de repúblicas, oficio de no poco trabajo, pero al mismo tiempo glorioso (1824).

· (Anarquía) La libertad se halla de ordinario enferma de anarquía (1827).

· (Ambición) La ambición es una mancha para la verdadera gloria (1816).

· (Americano) Los malvados no tienen honor ni gratitud, y no saben agradecer, sino temer (1827).

· (Calamidad pública) Nuestras discordias tienen su origen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ignorancia y la debilidad (1815).

· (Ceguera) Nuestra empresa ha sido a tientas, porque éramos ciegos; los golpes nos han abierto los ojos (1815).


*”El mundo según Bolívar”, selección y prólogo de Carlos José Reyes, Icono, Bogotá, 2006, pp.200.