Ombligados de Tumaco:
resistencia Versus violencias
Por Carlos Vásquez-Zawadzki
Jaime Arocha
publicó en 1999, el significativo libro Ombligados de Ananse, con el
subtitulo, Hilos ancestrales y modernos
en el Pacífico colombiano
(Universidad Nacional).
Ananse,
contextualiza Arocha, es “un animal que los esclavizados deificaron por su
autosuficiencia: de su propio cuerpo teje una casa que además le sirve para
procurarse alimentos” (Oakley Forbes). Arocha a su vez reafirma que “Anansí
saca de sus entrañas la red que une a África con América”.
Y añade:
“Paradigma de
astucia y supervivencia, Anansi embauca, engaña y crea el caos, pero también
reta a deidades más poderosas que ella, de quienes roba el fuego para dárselo a
la gente” (Gómez Rodríguez).
Anansi puede
tener cualidades masculinas y femeninas, “es de la misma filiación de Esú o […]
Eshu, Exú, Elegbara, Elegba, Legba o Eléggua”, oricha liberador de esclavo y
enemigo de los esclavistas. Asociado/a con el demonio –en la santería- , lo/a
haría “doblemente antiesclavista”.
Tejedora como
araña, teje redes de “insurgencia, astucia y autonomía”.
…”A
principios del siglo XVIII, se consolidó el mensaje autonomista de las historias
de Anansi y con las telarañas de su astucia vendría la búsqueda de la libertad
aprovechando la legislación hispánica”, afirma Arocha.
Su actuar no
siempre es público: en clandestinidad, hace parte de la formación de hábitos de
resistencia.
En nuestra
historia de resistir o por el contrario huir, “por cada esclavo siempre hubo un
cimarrón que se encargó o de convencer al primero para que se le uniera o de ir
extendiendo la rebelión”. Así, a finales del siglo XVIII, se contaban 19
núcleos esparcidos por el Caribe, el Litoral pacífico y los Valles del
Magdalena, del Cauca y del Patía.
En cantos y
décimas, en relatos, en la danza y la música, hoy, se expresa el dolor de la
esclavitud (…”tienes la impresión de que la herida está abierta”, afirma el
juglar Boniface Ofugo, al visitar al Litoral), como también las críticas a los
gobiernos y a los mandatarios de las urbes, como en el caso de Tumaco.
Los
ombligados de Tumaco –y la deidad autonomista y astuta de Anasi— se enfrentan a
las 16.960 hectáreas sembradas de coca, la ciudad y región del pacífico más
afectados.
Miles de
familias están inscritas para programas de sustitución del cultivo de la hoja
prohibida y perseguida. Pero, la presencia del Estado es limitada.
Los
ombligados, enfrentados a los narco-cultivos, con imaginación y creatividad,
con la astucia de Anansí, vislumbrarían alternativas frente a la violencia
esclavizante de las disidencias de las Farc, del clan del Golfo y aún de
satélites del cartel de Sinaloa.
Lo están
haciendo las mujeres –desde meses atrás, a ritmo de currulao--, luchando contra
la violencia sexual (“No es hora de callar”) con el Proyecto Tumaco.
Como también
formándose en “talleres de liderazgo, redes sociales enfocadas al mundo de los
proyectos productivos, planes de ahorro, finanzas personales, emprendimiento y
otras habilidades humanas y profesionales que desde hoy les ayudarán a
proyectarse en un mejor escenario” (P. Toro y L. Robles, sept. 2017).
En juego, “la
fuerza, el coraje y la capacidad de resiliencia que caracterizan al pueblo
tumaqueño”.
Porque como
afirmaba Arocha, “la región que quizás más ha puesto a prueba la capacidad de
supervivencia de Ananse y sus ombligados es el sur del Litoral Pacífico”.
Una capacidad
de supervivencia que iría más allá de la economía extractiva (oro, maderas,
pesca…), encaminada a una economía autosuficiente, a través de dispositivos de
pensamiento insurgente, autónomo, de sostenibilidad ecológica de mar, tierra y
ríos. En pocas palabras, una futura economía liberadora.