viernes, 13 de octubre de 2017





El dedo pulgar y la democracia

                                   Por Carlos Vásquez – Zawadzki

   Afirman los antropólogos (evolucionistas) que el dedo pulgar, para el homo sapiens hasta el presente, por oposición al resto de los dedos de la mano, posibilitó la elaboración y la aprehensión de herramientas y el desarrollo, tanto del ser humano como de las sociedades actuales.

   La oposición es contraste entre dos cosas contrarias. O bien posición de una cosa frente a otra.

   De la oposición de cosas, ideas, conceptos, visiones, saberes, comportamientos (para no hablar de ideologías), surgen las diferencias. Y de las mismas, tête-à-tête, la posibilidad de nombrarlas y conocerlas y hacerlas realidad.

   Es, siguiendo la metáfora del pulgar (Pulgarcito es, una extensión cuando se trata de la estatura de los infantes), desear un ´mano a mano´ en la política colombiana.

   Juego de oposiciones, juego de contrastes entre cosas contrarias, juego de diferencias.

   En este juego –pasando al ´mano a mano´ de la vida política (de polis, ciudad)--, se producen las diferencias, a su vez nacidas de contrastes, a su vez originadas en cosas contrarias, digamos diversas visiones de país.

   Perciba usted, en el juego ciencia, el ajedrez, las blancas y las negras. Pero, una vez iniciada la partida, el valor de cada pieza depende de su lugar en el tablero y de todas las demás piezas contrastadas y opuestas a las fichas del adversario. Un peón o un caballo, con inteligencia o sagacidad o conocimiento, pueden llegar a tener tanto o más valor que una reina, y pueden coronar.

   Ahora bien, en el tablero de la democracia colombiana, el juego (y estatuto, su estar y ser) de la oposición política, que sería fuente y garantía de la misma democracia participativa en la que todos jugamos, hasta ahora, la Constitución del 91, carecería en sus manos y en el ´mano a mano´ diario, de fuertes y sabios dedos pulgares.

   Por ello, se escribe en la prensa, que “la Corte Constitucional tiene en sus manos darle el aval al estatuto de la oposición política” (El Espectador, 6-10, p.6).

   Después de 26 años, podríamos todos tener manos con pulgares decisivos y ser ciudadanos en ejercicio, con posibilidad de jugar el juego de la oposición política, es decir, con opciones de gobernar (eso sí, con manos limpias). Diferenciarnos frente al poder de un gobierno voraz o inepto, omnipotente o corrupto. Controlarlo, ser alternativa.

   Alternativa frente a la guerra y la injusticia, la estulticia y la corrupción, moviendo fichas en el tablero de la vida cotidiana, para ganar la partida de la paz constructiva, que es la de una sociedad adulta de la equidad y la comunicación. Una sociedad de ciudadanos, más que de profesionales y aún de creyentes.

   Empuñémosla y levantemos el pulgar, como símbolo de un nuevo país. O bien, entre pulgar e índice, sujetemos el voto por quien conduzca la nación a la prosperidad para todos los colombianos, deseosos de justicia social y esperanza.

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