viernes, 6 de junio de 2008

La Universidad deseada

Carlos Vásquez – Zawadzki


La Universidad del Valle experimentó el 3 de abril pasado una incursión de la Policía Metropolitana, sin que ésta consultara con autoridades civiles ni académicas. Algo similar ha ocurrido recientemente en otras instituciones de educación superior, cuando pequeños grupos se han manifestado violentamente en espacios públicos aledaños a las Universidades. Hoy y mañana, el señor Presidente Uribe Vélez justifica el derecho y la razón de hacer intervenir la policía al ocurrir disturbios en los campos universitarios.

Un fragmento de ‘Carta abierta a la ciudadanía’ del Consejo Académico de la Univalle, dice: “La importancia académica de la Universidad del Valle, medida por sus realizaciones no está en duda: 30.000 estudiantes, de los cuales el 30% está fuera de Cali en las sedes regionales. 188 grupos de investigación, 123 grupos reconocidos por Conciencias, 63 en categoría A. Convenios e intercambios permanentes con diversas universidades en todo el mundo. Premios, becas y distinciones de mérito e idoneidad en todas las áreas del saber y el hacer. Por segundo año consecutivo, segunda Universidad pública del país en cumplimiento de los indicadores oficiales de gestión y calidad. Acreditación institucional en Alta Calidad por el Ministerio de Educación Nacional. Es entonces, por cualquier medida que se tome, una de las más importantes instituciones de educación superior del país en cobertura, calidad y diversidad de sus servicios”.

Es necesario saber que tanto la Universidad del Valle como las instituciones oficiales y privadas de educación superior, condenan la violencia en todas sus formas, “por ser acciones ajenas al ethos universitario y contrarias a una cultura de paz”.

Esta y las demás Universidades sustentan su autonomía consagrada en la ley: gobierno legítima y democráticamente constituido (por elecciones libres, estamentarias), y cuerpos colegiados que toman decisiones por consenso siguiendo planes de desarrollo y acciones académicas. Son concientes de que ciencia, humanismo y producción de conocimientos –fundamentales en la formación de ciudadanos-as y profesionales- “sólo se pueden dar con libertad, pluralismo e independencia”, rindiendo cuentas a la sociedad y al Estado colombianos.

Ahora bien, conflictos y acciones violentas –ver, por ejemplo, Chile, Francia y otras geografías cercanas y lejanas- ocurren y ocurrirán a menudo. En Cali y Bogotá, Santiago y París. Así las cosas: “Ni la perspectiva de los vándalos y violentos ni el autoritarismo, pueden superponerse a los logros y metas de la mayoría”. Ni el autoritarismo policial ni el del ejecutivo.

La ‘Carta abierta a la ciudadanía’ de la Univalle es documento explícito de principios institucionales éticos y conceptos positivos frente a la formación ciudadana y profesional. Escrita en clave de tolerancia, hace inteligible a la vez que inteligente caminos razonables de construcción de un país de equidad –por igualdad de oportunidades a estudiantes de todos los estratos- y paz; como también, un país sociocultural fundamentado en la producción de conocimientos, ello, en un contexto internacional globalizado.

La Universidad colombiana deviene –pese a sus limitaciones presupuestales- investigativa, interdisciplinaria, y menos profesionalizante. Matriz de nuevos sujetos y de tejido social. Esto lo tiene que entender y defender la Presidencia y la Policía de la República. Y dialogarse en un lenguaje de civilidad, conceptual y desarmado.

1 comentario:

Andrés Torres Guerrero dijo...

Estimado Carlos, gracias por compartir tus reflexiones acerca de la universidad colombiana, en este momento histórico en el cual la práctica del pensar, más allá de los lugares comunes de lo políticamente correcto, es un acto al margen de la "ley". Tu texto me hace pensar en las páginas que escribiera Derrida en "La universidad sin condición", que aquí cito en extenso:


El porvenir de la profesión o La universidad sin condición (gracias a las «Humanidades», lo que podría tener lugar mañana).

Esto será sin duda como una profesión de fe: la profesión de fe de un profesor que haría como si les pidiese a ustedes permiso para ser infiel o traidor a sus costumbres.

Antes incluso de comenzar a internarme efectivamente en un itinerario tortuoso, he aquí sin rodeos y a grandes rasgos la tesis que les someto a discusión. Ésta se distribuirá en una serie de proposiciones. No se tratará tanto de una tesis, en verdad, ni siquiera de una hipótesis, cuanto de un compromiso declarativo, de una llamada en forma de profesión de fe: fe en la universidad y, dentro de ella, fe en las Humanidades del mañana.

El largo título propuesto significa, en primer lugar, que la universidad moderna debería ser sin condición. Entendamos por «universidad moderna» aquella cuyo modelo europeo, tras una rica y compleja historia medieval, se ha tornado predominante, es decir «clásico», desde hace dos siglos, en unos Estados de tipo democrático. Dicha universidad exige y se le debería reconocer en principio, además de lo que se denomina la libertad académica, una libertad incondicional de cuestionamiento y de proposición, e incluso, más aún si cabe, el derecho de decir públicamente todo lo que exigen una investigación, un saber y un pensamiento de la verdad. Por enigmática que permanezca, la referencia a la verdad parece ser lo bastante fundamental como para encontrarse, junto con la luz (Lux), en las insignias simbólicas de más de una universidad.

La universidad hace profesión de la verdad. Declara, promete un compromiso sin límite para con la verdad.


http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/universidad-sin-condicion.htm


Un abrazo,

Andrés