jueves, 22 de mayo de 2008

Bitácora política

Carlos Vásquez – Zawadzki

El armario y su estantería del Congreso, puesto el ojo investigativo de la Corte Suprema de Justicia en la doblez ante el espejo de los valores públicos de nuestra clase político-legislativa, se caen, se están cayendo y así continuará ocurriendo semana a semana.
Ante los hechos, es decir, la corrupción de la mano en la mano con las criminalidades del narcotráfico y paramilitar, en la que se niega el valor positivo de la vida, formulamos algunas sentencias iníciales:
Todo dogma (político, religioso, económico, estético…), encierra. Y al encerrarse los sujetos sociales, enloquecen. ¿Entregaríamos un arma de fuego a un alienado?
La intolerancia en la palabra y la acción (cuando decir es siempre hacer) disuelven en sangre y negación la vida social y sus diferencias. Las hegemonías de pensamiento saben a final de la Historia.
Si la educación construye sujetos sociales en la renunciación a la satisfacción egoísta de sus deseos, ello, para poder dialogar y simbolizar, definir derechos y deberes, nuestro sistema educativo republicano y actual es un fracaso histórico. El nuestro es un país de la insularidad mas no de la solidaridad.
La oposición es el Otro de las diferencias, con quien argumentar y dialogar, siendo inteligentes e inteligibles, para construir desde diferentes puntos de vista y colectivamente el denominado país democrático.
Los confesos pero avaros y calculadores criminales paramilitares: su placer perverso en el terror, sin limite en su sadismo al destruir al Otro. Ello, para acumular capital en el mercado de la muerte o vida sin valor.
Seis millones de niños con hambre, dos o tres en la miseria, constituyen el espejo trisado y vergonzoso del país económico. Sobre la niñez enferma o infeliz sólo políticos y economistas monstruosos construyen una geografía a la que llaman patria, sin justicia ni equidad.
La realidad deseada, la suave patria; y mejor, la matria suave. ¡Rememoración del poeta mexicano López Velarde!
Colombia: preguntémonos filosófica, luego, políticamente, por qué estar juntos y qué nos uniría –a nosotros, sociedad civil- material y simbólicamente, afectiva y razonablemente.
¿Unirse para fusionarse y desaparecer, política o erótica o económica o militarmente en el Otro y devenir un solo cuerpo? Esos tipos de incesto repugnan a la inteligencia.
Una tarea mancomunada: buscar ciudadanos y ciudadanas éticos y cultos, que renuncien a una voluntad de poder a toda costa, generosos y trabajando por el bien común. Produciendo capital simbólico, creando tejido social, país presente y futuro.
El bruto guerrero político, con sus razones individuales y de Estado, nos ha llevado a la guerra permanente, a las injusticias sociales de todo tipo. Es hora de una democracia de las ciudadanas al poder, con otras razones: ternura, respeto a la vida, justicia, paz…

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