jueves, 22 de mayo de 2008

Encuentros

En el lenguaje de los mundos posibles


Hacia poderes que circulan, son dialogados y horizontales


por Carlos Vásquez – Zawadzki


La pregunta guerrera es afirmación de fuerza y violencia, territorializadas y sin medida de tiempo frente a la conquista del poder.

Por el contrario, el interrogante por la paz sería un espacio y tiempo para actividades comunitarias, en las cuales se tejerían o entretejerían relaciones sociales –mejor, intersubjetividades nuevas o inéditas-, con un pasado de diferencias irreconciliables pero con un presente y futuro de producción social de bienes materiales y simbólicos. Para, mediante un contrato establecido por consenso ético de justicia social, intercambiar esos bienes materiales y simbólicos.

El interrogante por la paz lo sería de igual forma por el poder, en relación con una sociedad colombiana justa, convivial, comunicativa, pacífica:

“Dominar, dirigir, gobernar, grupo de poder, aparato de Estado, etc. (...) son un conjunto de nociones que piden ser analizadas. Asimismo, sería preciso saber hasta dónde se ejerce el poder, mediante qué relevos y hasta qué instancias, a menudo íntimas, de jerarquía, control, vigilancia, prohibiciones, coacciones. En todo lugar donde hay poder, el poder se ejerce. Nadie, hablando con propiedad, es su titular y, sin embargo, se ejerce en determinada dirección, con unos a un lado y los otros en el otro; no sabemos quién lo tiene exactamente, pero sabemos quién no lo tiene” (Foucault).

El poder del o de los centros, el poder vertical, el poder del príncipe (y sus metáforas republicanas: presidente, comandante...), el poder radial hacia los vórtices o regiones, sería el de sociedades que miran hacia atrás, fundamentado en instituciones, sujetos, espacios, riquezas, órdenes discursivas, bajo la ley o juridicidad patriarcal.

Pero, el poder que circula, es dialogado, horizontal –planteado no en términos negativos del soberano que prohíbe y los súbditos que dirían sí a las prohibiciones del patriarca- podría ser el poder como encuentro entre el Estado y la Sociedad civil. Es decir, un poder interactivo –constructor precisamente de intersubjetividades nuevas o inéditas- para intercambiar con justicia bienes materiales y simbólicos. Poder descentrado –si se prefiere, federalizado-, socializado. Sin acumulación oligopólica de riqueza financiera o industrial ni feudal de la tierra.

Así, el interrogante por la paz se centraría –descentralizando la voluntad de poder- en la asunción por la sociedad colombiana toda, de su conflicto radical e histórico: una ética, cultural, política y económica, frente a la pobreza. De nuevo, en la construcción de espacios y tiempos comunitarios para tejer o entretejer intersubjetividades (tejido social) con presente y futuro en la producción e intercambio de bienes materiales y simbólicos.

Se trataría, en su conjunto, de inquirir por lenguajes de encuentro(s), desterritorializado(s) y desarmado(s). Como también, por encuentro(s) en el lenguaje, en su función comunicativa o socializadora.

Lo que se propone es el cuestionamiento de las desigualdades e injusticias sociales. Cuestionamiento radical de un modelo de sociedad de acumulación de capital y de mercado, en un proceso histórico en el cual ninguna de las partes –los actuales actores o agonistas del conflicto- detente y prolongue una visión y acción seculares del poder, propias de las cerradas, explotadoras y violentas sociedades del pasado en el presente. Ello, transformando lenguajes y realidades de exclusiones, al tiempo que reinventándose individual, intersubjetiva, comunitariamente.

Los encuentros se construyen en el lenguaje. En el lenguaje de los mundos posibles.


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